Es cierto que uno lo tiene que pasar a veces mal y enfrentarse a dificultades para valorar cosas y aspectos que merecían y debían haber sido valoradas antes, antes de que pasase todo esto. Ante esta situación que afrontamos, a nivel mundial, por el virus Covid-19, podemos ver a las claras que si no por instrumentos fundamentales como son las instituciones públicas o la ciencia, estábamos realmente perdidos y esto sería un sálvese quien pueda.
La lucha contra la pandemia de coronavirus vino a recordarnos abruptamente que los Estados están ahí para proteger a sus ciudadanos. En el mundo postcoronavirus, las «ONGs sin fronteras» tendrían por ende que ir desapareciendo y los partidarios del liberalismo político tendrían que recordar que sin Estado «el hombre es el lobo del hombre», según la fórmula del filósofo británico Thomas Hobbes (1588-1679). Por ejemplo, la Corte Penal Internacional (CJI) acabaría siendo algo absurdo a la luz del Derecho Internacional.
El giro de 180 grados del presidente francés Emmanuel Macron es una muestra de esa toma de conciencia. Hasta hace poco, el presidente Macron denunciaba la «lepra nacionalista» asociándola a los «horrores del populismo», pero ahora canta loas a la Nación, único marco legítimo de movilización colectiva. 1
No nos olvidemos, no han sido las empresas S.A, S. L o como les convenga denominarse para no afrontar con su propio patrimonio sus actos, ni otras grandes corporaciones las que han dado soluciones. Bien al contrario, en su característica naturaleza codiciosa han seguido en las mismas y han tenido que ser frenadas por sus propios trabajadores ante su irresponsabilidad. Vemos el caso de Mercedes en Vitoria, parada por sus empleados tras decretarse el Estado de alarma y no cumplir ellos en sus instalaciones las mínimas medidas de seguridad para evitar el contagio.
La misma situación tenemos en homólogas del sector, como es Volkswagen en Navarra. 2
Sin unas instituciones públicas ya me dirán quién iba a velar por la mayoría social. Valórenlas más y fortalézcanlas.
Tampoco nos engañemos, aquellos países centrados en el interés privado, con dominio absoluto de los monopolios en todos los niveles de la vida y con un ya insignificante servicio público, están condenados a sufrir un enorme daño en pérdidas de vidas humanas y en viabilidad económica. Es el modelo, mal modelo pese a alguna de sus virtudes, de los Estados Unidos de América. Así, la insolidaridad de una sociedad que carece de las estructuras para enfrentarse ante una enfermedad que exige un esfuerzo colectivo, deja a este país ante una coyuntura donde va a ser sobrepasado y adelantado por otros, como China, que ya reaccionaron y tienen sus motores en marcha.
Los Estados Unidos son la sociedad más orientada hacia el beneficio y más controlada por los negocios de la Tierra y por consiguiente la menos capaz para afrontar una emergencia nacional sanitaria, que requiere sacrificio del beneficio por un bien mayor [el bien común]. 3
Lo de este país es una pescadilla que se muerde la cola. Tiene millones de personas abandonadas a su suerte como indigentes, que harán ahora como transmisores de la enfermedad; tiene, así mismo, un 80 % de trabajadores sin derecho a una baja pagada por enfermedad, lo que implica que trabajadores enfermos irán a trabajar, extendiendo el contagio. 4 Lo que no saben los ignorantes dirigentes estadounidenses, económicos y políticos, demócratas y republicanos, es que estas enfermedades no distinguen de raza, credo o estatus social y el hombre, sin derechos y enfermo, que les limpia el bufete o la habitación o les sirve el café, les va a transmitir la enfermedad. 5
En Italia y también, aunque en menor medida, en España, se han visto actitudes de irresponsabilidad y egoísmo por parte de sus habitantes, no siguiendo las indicaciones sanitarias: desde quienes vivían en el norte de la Italia confinada y trasladándose al sur, donde extenderán el contagio, como los que en la Península Ibérica iban de sus domicilios a segundas residencias, por ejemplo de Madrid a la Comunidad Valenciana o de Euskadi a Cantabria. Luego nos gusta culpar a los gobiernos cuando los primeros responsables somos a veces nosotros mismos. Tenemos de este modo a los incoherentes y demagogos de Vox celebrando un mitín con besos y abrazos y resultando dañados, para después, como niños sin ser niños, echar la culpa al papá Estado. 6
Sean ustedes por tanto responsables, con ustedes mismos y con los demás.
En relación a la ciencia, tan frecuentemente poco valorada, asistimos una vez más al hecho de que sin ella no podemos dar respuestas adecuadas a los problemas que surgen y debemos afrontar. Es conocimiento objetivo, no creencias: no precisa ni tiene autoridades y se autocorrige continuamente, es como decía el tal vez más brillante divulgador de ella, una luz en la oscuridad. 7
Sean sensatos, cuerdos y solidarios en este tiempo de crisis.
Referencias-Notas:
1. Thierry Meyssan. El mundo después de la pandemia. Red Voltaire. 17. 03.2020.
2. El comité de VW Navarra pide paralizar la producción de la planta desde el lunes. Diario de Noticias. 15.03.2020.
3. Danny Haiphong. Coronavirus Fearmongering Demonstrates US Imperialism is a Drag on Humanity. Black Agenda Report. 11.03.2020.
4. Editorial Board. The Companies Putting Profits Ahead of Public Health. The New York Times. 14.03.2020.
5. Editorial Board. There's a Giant Hole in Pelosi's Coronavirus Bill. The New York Times. 14.03.2020.
6. Javier Ortega Smith da positivo por Coronavirus y Vox pide perdón por el acto de Vistalegre. La Vanguardia. 10.03.2020.
7. Carl Sagan. El mundo y sus demonios. Planeta. 2000. Título original The Demond-Haunted World. 1995.
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