El quebrantahuesos, ugatza (Gypaetus barbatus), es un ave rapaz de gran porte cuya denominación latina hace referencia a su aspecto de buitre con peculiaridades de águila y a la presencia de cerdas junto a su pico. Destaca por su gran porte y envergadura alar, y especialmente por su color amarillento anaranjado de su cabeza, pecho y parte inferior, lo que lo hace bien distinguible de otras especies.
Habita, como el buitre leonado, en roquedos y cortantes, pero a diferencia de éste, que vive en grandes grupos, es solitario y le gustan los lugares bien apartados. De ahí que sea más escaso y le afecte más la indebida intromisión humana. Su alimentación está enfocada de modo que tiene su particular nicho ecológico, utilizando partes de las carroñas que otros apenas utilizan, como son los tendones y los huesos, que han provenido y provienen fundamentalmente de la cría de la ganadería extensiva.
Lo tenemos presente afortunadamente en Navarra, donde anida en las caras norte que protegen a sus crías de los rigores del calor.
Dicho esto debemos entender que si queremos seguir viendo en nuestros valles ésta y otras singulares y hermosas aves debemos impedir tanto la masificación humana en estos lugares, las montañas no son parques temáticos, como apostar por la pervivencia del modo de agricultura y ganadería tradicionales con pequeñas y medianas explotaciones a las que éstas y otras rapaces han estado y están profundamente ligadas. Y aquí está la labor de las administraciones. Se debe evitar que esa masificación que comentaba se dé en nuestros montes y cordilleras, para ello es necesario el adecuado estado y control de accesos, como la instalación de pivotes automáticos de uso restringido. Lo que requiere unas inversiones y mantenimiento que ayuntamientos con tan pocos recursos como los nuestros apenas se pueden permitir. De ahí que la intervención de las administraciones en la inversión y mantenimiento de estas infraestructuras sea ya necesaria, dado además el presunto interés que se hace desde medio ambiente de la conservación de ésta y de otras aves.
Otro aspecto ya mencionado es su vinculación a la agricultura y la ganadería tradicionales. Pero que desde la Unión Europea, regida y dirigida por una Comisión Europea ajena a la elección popular, que orienta sus políticas hacia los intereses de las grandes corporaciones y a la que nuestros políticos siguen con obediencia ciega, no se sigue ese apoyo a la tradición familiar. Fomentan en cambio el abandono de este modo de vida, al hacerlas inviables por las exigencias desproporcionadas que no exigen a productos que comemos y nos vienen de otras naciones, como es el caso de Marruecos o Ucrania. Así una vez abandonadas y vendidas caerán en manos de esas corporaciones que realizarán una explotación industrial de ellas, perdiendo cualquier vinculación con la naturaleza que las rodeaba y perdiendo la esencia de nuestra propia cultura.