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Con la vara que midas, serás medido, dice el Evangelio. Prevalece en ciertos comunicadores y supuestos defensores de Derechos Humanos la idea de que pueden hacer lo que se les antoje. Quienes exigen de otros el cumplimiento de normas deben ajustarse a las que rigen su propio desempeño. Naciones Unidas aprobó en su primera sesión de 18 de junio de 2007 un “Código de Conducta para los titulares de mandatos de los procedimientos especiales de Derechos Humanos”. Por ser obligatorio para éstos, con mayor razón debe serlo para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
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Dispone el artículo 13 de dicho Código que “Los titulares de mandatos deberán: a)Tener presente la necesidad de que sus opiniones políticas personales no vayan en desmedro del cumplimiento de su misión y basar sus conclusiones y recomendaciones en evaluaciones objetivas de la situación de los derechos humanos”. Pero ya en el aparte 12 de un informe de 82, antes de exponer los hechos la ACNUDH expide su veredicto: “El desvío de recursos, la corrupción y la falta de mantenimiento en la infraestructura pública, así como la subinversión, han tenido como resultado violaciones al derecho a un nivel adecuado de vida, entre otros, debido al deterioro de servicios básicos como el transporte público y el acceso a electricidad, agua y gas natural”. Igualmente sentencia en el aparte 15: “Además de la hiperinflación y la contracción de la economía, las políticas económicas y sociales adoptadas durante la última década han debilitado los sistemas de producción y distribución de alimentos, aumentando la cantidad de personas que dependen de programas de asistencia alimentaria”. Según ACNUDH, todos y cada uno de los problemas del país serían imputables al gobierno: ninguno a acciones de poderes imperiales, de sus cómplices, de empresarios o de la oposición. Para nada se tiene en cuenta la advertencia del aparte 44 del previo Informe de Alfredo de Zayas: “Resulta fundamental estudiar las causas de la crisis, incluyendo los factores que no han sido tenidos en cuenta, a saber, las sanciones, el sabotaje, el acaparamiento, las actividades del mercado negro, la inflación inducida, el contrabando de alimentos y medicinas.” Primero la sentencia, luego el juicio, dice la Reina de Corazones en Alicia en el país de las Maravillas.
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Afirma ACNUDH en la sección 14 que “Las personas entrevistadasconstantemente refirieron una falta de acceso a alimentos, debido tanto a la escasez como a los precios inasequibles. La disponibilidad de suficiente comida de calidad es deficiente, y los entrevistados dijeron que comían una vez, o como mucho dos veces, al día y que consumían pocas proteínas o vitaminas”. No se acompañan pruebas ni fuentes. Si tenemos en cuenta que 82 % de las alegadas entrevistas fueron realizadas en el exterior, de ser veraces se estarían refiriendo a otros países. La afirmación de que las mujeres deben dedicar “un promedio de 10 horas al día a hacer filas para obtener comida” carece de lógica, ya que de ocupar tanto tiempo en ello, ni encargadas ni jefas de familia podrían trabajar ni dedicarse al cuidado del hogar. Comentario aparte merecen las “fuentes locales” –como siempre, no identificadas ni cuantificadas- que habrían reportado “casos” de mujeres “forzadas a intercambiar comida por sexo”. Con la misma ausencia de pruebas se podría afirmar que los proveedores de estas noticias sensacionalistas las intercambiaban por sexo.
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Según Mark Twain, el Diablo puede leer la Biblia, Bachelet también puede mentir con estadísticas citando en su aparte 15, que la FAO registra 3,7 millones de venezolanos desnutridos para 2015-2018. Pero omite citar que, según la misma fuente, para 2000-2002, en un país que apenas salía del bipartidismo y de unos 20 millones de habitantes, la cifra era de 4,1 millones de personas desnutridas, y que para 2010-2011, descendió a 1,1 millones: vale decir, en una década, el gobierno bolivariano redujo en tres cuartas partes la cantidad de desnutridos. Menos cita Bachelet que entre 2013 y 2015, años en que se desata la ofensiva contra Venezuela, la cifra aumenta hasta 2,4, y que acompañando la intensidad de la agresión, se llega sólo en 2018 a la citada cifra de 3,7 millones de desnutridos. Y ya que Bachelet cita estadísticas de la FAO, extraña que pase por alto el Índice de Inseguridad Alimentaria Grave que la misma fuente arroja para Chile: de 3,9 para 2014-2016, y de 4,4 para 2017, durante su segunda presidencia en ese país. No se explica cómo una defensora de los Derechos Humanos denuncia a otros países por supuesto incumplimiento de lo que ella no hizo cumplir cuando gobernaba en el suyo. Según dice el Evangelio, cuando el fariseo denuncia la paja en el ojo ajeno, es porque no ve la viga en el propio.
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Ochenta y dos artículos como el presente requeriría comentar los 82 apartes del informe de Bachelet. Una consideración final. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos vino invitada por nuestras autoridades. Ninguna norma de la ONU la facultaba para visitar por decisión propia a nuestro país, ni nos obligaba a recibirla. Fuimos nosotros quienes, conociendo que representa a un organismo internacional fuertemente influido por potencias enemigas de Venezuela, y teniendo en cuenta su carrera política conservadora, la convocamos a pesar de la alta probabilidad de que presentaría un informe negativo. Una vez más se manifiesta la nefasta tendencia de algunos funcionarios a ignorar sin necesidad la soberanía de nuestro país y someterla a organismos extranjeros para que nos acusen, juzguen y condenen. Por otra parte, proyecta la ACNUDH dejarnos instalada una Oficina Permanente, a cargo de persona vinculada a Diego Arria y contumaz redactora de Informes denigratorios contra Venezuela. Mientras sigamos entregándonos a poderes foráneos, seguirán destruyéndonos.
Por Luis Britto García
http://luisbrittogarcia.blogspot.com/2019/07/bachelet-con-la-vara-que-midas.html