Roma fue un gran imperio, al menos lo fue en su extensión territorial y en su poderío militar. No obstante, para quienes lo sufrieron seguramente que no fue tan grande en el sentido de sus supuestas cualidades loables.
Roma destacó por su gran ambición expansionista, y las invasiones militares fueron la razón de
su ser y el motor de su desarrollo. Por este motivo tuvo que hacer gala de una notoria
exaltación de ella misma, de sus instituciones, de sus gobernantes y de su
supuesta superioridad cultural y moral.
Los imperios han cambiado poco desde entonces, mediante
la violencia invaden, roban y explotan a otros países, y mediante la adulación, la exaltación y la apología
adornan estos actos poco dignos con justificaciones y bellas palabras que los
encubren y enmascaran.
La guerra permitía vivir en la opulencia y en el lujo a
la clase dirigente, y los de esta clase
eran quienes pagaban y formaban a los oradores y escritores que contaban
las narraciones e historias adecuadas a los intereses de sus dueños; de forma
que esto permitiese conservar su status social y económico y, a la vez, su pueblo los amase, o al menos
los soportase. Algo que por cierto poco ha cambiado
con el tiempo. Hoy a estos oradores y escritores aduladores se les conoce con el apodo de "prensa libre".
Es importante recordar también que los historiadores o
escritores de entonces no mostraban a Roma como al agresor en los conflictos bélicos. Se buscaban siempre
pretextos, echando la culpa al enemigo, Roma sólo se defendía y salvaba a otros pueblos. Cómo nos suena esta cantinela, ¿verdad?: "ayuda humanitaria", "lucha por la paz".... Qué poco cambia el ser humano con los siglos, qué poco cambia a mejor. Roma enviaba emisarios con
propuestas de acuerdos para la paz, de modo que si las rechazaba el enemigo le
daba a Roma el poder moral, de cara a su población y a sus aliados, para poder
atacar. Ni que decir tiene que las propuestas eran prácticamente inasumibles
por sus rivales, y Roma bien que lo sabía. A la élite romana no le interesaban
las negociaciones políticas, sino la guerra, ya que con su poderío militar
podían mantener su status y ganar más riqueza y territorios, pero era necesario
disfrazarlo de modo que no apareciesen como un mero agresor. A la clase dirigente romana entonces, como a la clase dirigente estadounidense actual, no le interesaba la paz, le interesaba lo contrario a ella, y, entonces, como ahora, contaban pocas verdades sobre sus verdaderas intenciones, sobre sus verdaderos propósitos. Si quieren les pongo un ejemplo presente de
forma de actuar muy similar, también bajo la apariencia de acuerdos de paz. Eso fue lo que
hizo Estados Unidos con Serbia en los llamados Acuerdos de Rambouillet de 1999,
donde le impuso al débil país balcano unas condiciones inasumibles para
cualquier nación; de forma que una negativa lógica a estos acuerdos se presentó
como una intransigencia inaceptable por
parte de Serbia, dando pie a la declaración del ataque militar que luego se
produjo.(1) ¿Cómo iba a admitir Serbia, ni cualquier otro país, que una organización militar extranjera mandase en su territorio, que pudiese hacer y deshacer lo que quisiese en su país, con total impunidad penal? Los medios de comunicación, los actuales oradores, contaron otra cosa, bien diferente a la real, para engañar, despistar e incluso irritar a la gente contra el que sufría el ataque.
Entre los escritores romanos tenemos a Livy y Polybius,
que solían mantener que Roma era la víctima de la agresión, como así hicieron en
las guerras púnicas contra Cartago. Donde la toma de Cerdeña por Roma, y la interferencia
en la península ibérica, provocaron la
intervención de los cartagineses.(2) También en esto los
tiempos cambiaron poco y los métodos de Roma se repetirían por los siguientes
imperios, incluido otra vez el estadounidense actual. Así, el provocar la
guerra contra Cartago recuerda demasiado a lo hecho por EE.UU. contra Japón en
la Segunda Guerra Mundial. Una potencia
militar superior incita, desafía a otra, que no es suficiente rival, para entrar en el
terreno donde la vencerá, mediante la acción militar, y de este modo podrá quitarle sus
mercados, sus recursos, sus riquezas y así proceder a su sometimiento y a su amarga explotación.
Tempus fugit (el tiempo vuela), pero apenas cambia.
Extracto de la obra: Mikel Itulain. Justificando la guerra. 2012.
Notas:
(1) Michael Parenti. To kill a nation, the attack on Yugoslavia. Verso, 2000.
(2) Philip M. Taylor. Munitions of the
Mind: a history of propaganda from the ancient world to the present era. Manchester University Press, p 38,73,74. 2003.
Boa análise, bom artigo.
ResponderEliminarSe possível, conheça meu blog sobre "O Caminho da Paz",(Strata Pacis):
http://stratapacis.blogspot.com.br/2013/04/e-gene-sharp-nao-falou-do-occupy-wall_16.html
http://stratapacis.blogspot.com.br/2013/03/como-lograr-la-paz-mundial.html
Grato
Roberto