En estas fechas y pasadas habrán visto en los cines, si han querido o podido, el último filme de Michael Moore, ¿Qué invadimos ahora? Viene a ser una especie de sátira en la que ante los supuestos fracasos militares tras "la Gran Guerra" (La Segunda Guerra Mundial), él decide llevar a cabo un tipo de invasión diferente. En la que no se envía a un ejército, sino a una persona; en la que no se mata gente y se les roban sus recursos; en la que en vez de destruir vamos en plan amigable a aprender. Esto en verdad, este planteamiento, es encomiable. No es, por supuesto, el primer estadounidense que expone este tipo de cambio de postura en las relaciones internacionales, en vez de una agresiva y destructora, una dialogante, conciliadora. Lo hizo años hace el general Smedley Butler 1, también mostró una vía más humana, más sensata y exenta de vergonzosas cargas criminales el astrónomo y divulgador Carl Sagan, 2 aunque referido, seguramente por temor, a los conquistadores españoles que llegaron a América, en vez de a su propio país, al que tenía mucho más cerca tanto en el espacio como en el tiempo.
Sin embargo, dicho esto, que las guerras, casi innumerables por su multitud, llevadas a cabo por los dirigentes de los Estados Unidos de América por todo el globo hayan sido un fracaso, es algo más que discutible. Y me refiero aquí a si esas agresiones militares no cumplieron los objetivos establecidos, si no totalmente, si en gran medida. Por ejemplo, las guerras contra Vietnam o contra Corea no fueron unas guerras idealistas y etéreas para combatir algo denominado "comunismo" (término polivalente utilizado y aplicado a cualquier país, organización, gobierno o persona que no obedece a Washington; sin importar mucho que orientación política real tenga), sino que su objetivo final, más pragmático, era el de servir de contención indirecta al desarrollo en la zona de sus posibles rivales económicos, fundamentalmente China, y en menor medida aquí la Unión Soviética. Tal y como atestiguan los Papeles del Pentágono en 1969. 3
La política exterior norteamericana desde entonces no ha cambiado. Incluso tras la caída de la Unión Soviética y del abandono del comunismo en China, la misma estrategia se mantiene. Lo que nos muestra el motivo real y no las apariencias en las que tal vez creíamos. Ya en 1991 tenemos por caso a Paul Wolfowitz diciendo que había que "eliminar a aquellos viejos regímenes clientes soviéticos antes de que el próximo superpoder venga a desafiarnos". Wolfowitz, subsecretario del Ministerio de Defensa de Estados Unidos y que fue también presidente del Banco Mundial, se refería aquí a Siria, un socio de la antigua URSS y del nuevo superpoder que aparecería, Rusia.
En esa línea y en el momento actual tenemos al Secretario de Defensa de los Estados Unidos Ashton Carter aclarando que "...otros desafíos [Rusia y China] son más complicados [que el "Estado Islámico"] y dado su tamaño y capacidades, potencialamente más dañinos..."
Ashton Carter no es un loco. Sus palabras reflejan honestidad racional. El plan de la élite financiera multimillonaria es un caos global para asegurar que Wall Street, Londres y Tel Aviv pueden permanecer sin rivales como centros del poder económico. Rusia y China, no los sanguinarios terroristas del ISIS generados por EE.UU., son los que representan una amenaza real a esos planes. 5
Las guerras planificadas y llevadas a cabo por la potencia americana han tenido su sentido y han obtenido, seamos sinceros, grandes resultados desde el punto de vista de sus poderes políticos y especialmente de los económicos, se han hecho riquísimos y dominan el planeta. Desde el punto de vista de sus múltiples víctimas, pertenecientes a los países agredidos y también, no se nos olvide, al país agresor, que pone los soldados a morir y los impuestos a recaudar, es otro cantar.
Retornando a nuestra película, nuestro autor, Moore, bandera en hombro se dirige a países europeos a aprender qué ocurre en ellos y llevarse a casa lo que valga la pena. Visita naciones como Italia, Alemania, Francia, Islandia, Noruega, Finlandia, Eslovenia o Portugal. También va a África, a Túnez, por un motivo particular del que hablaremos más adelante.
En Italia se reúne con trabajadores, representantes de sindicatos y altos directivos de empresa. Contrastando las malas condiciones laborales de su país con el europeo. En la nación de Moore las vacaciones pagadas no están garantizadas, dependen de tu contrato con la empresa, y donde las hay habitualmente son con bastante menor número de días. En Italia a todos, a todos los entrevistados mostrados en la obra, les parece algo bueno y necesario. Aquí cabría poner una pega a esta presentación un poco idílica que se hace sobre el mundo laboral en Europa, porque no es muy real. Ahora hay un elevado desempleo y la situación para muchos que trabajan no es así, contratados eventualmente o a través de ETTs, estos derechos, otros y su salario caen en picado. Europa en este sentido se ha americanizado demasiado. Esto se olvida en la exposición del documentalista.
Existen, no obstante, aportaciones importantes en otros aspectos comparativos entre el Viejo y el Nuevo Mundo. El trato más racional hacia los condenados en cárceles, haciendo el periodo de privación de la libertad algo útil y creativo, buscando la rehabilitación, y huyendo de excesivas medidas de supuesta seguridad y coercitivas, como en Noruega. En los Estados Unidos el sistema carcelario se ha convertido en un gran negocio por el mantenimiento de enormes cárceles con toda su estructura, sus sistemas de seguridad y toda su logística, además de utilizar a los presos como nuevos semiesclavos o esclavos del mundo actual para el negocio particular y de privar de la libertad y confinar a un elevado porcentaje de la población para precisamente controlar a la sociedad. En muchos países aquí se sigue esta tenebrosa tendencia, España es uno de ellos.
Hay más asuntos positivos que se mencionan: el cuidado de una comida natural, saludable, variada y basada en productos locales, hablando de Francia, frente a la comida basura del American Way of Life y sus Mc Donalds y Burguers. La educación creativa y formadora, sin distinción de clases sociales de algunos estados del norte europeo, la gratuidad de la universidad por la que lucharon para mantenerla en Estonia, o el no apostar por las medidas prohibitorias y de castigo contra el consumo de drogas en Portugal; cuando los norteamericanos deberían acordarse del fracaso de su Ley Seca.
En fin, un conjunto de actuaciones racionales y buenas, afortunadamente recordadas por el cineasta estadounidense que se pueden seguir encontrando en Europa, aunque menos de lo que el documental nos muestra.
En Estados Unidos se olvidaron de prácticamente todas ellas y no parecen hacer nada por tenerlas, ni tampoco por oponerse a nuevas medidas cercenadoras de sus derechos y libertades. Pese a ser en los Estados Unidos de América donde se originaron las protestas por un horario de trabajo más digno. Sin embargo, es en Europa de donde parten principalmente las fundamentales reivindicaciones y logros de los trabajadores, como fue la propia Revolución rusa de 1917. Revolución que para nada se menciona en esta creación.
A Europa habrá que volver, pero va a ser difícil a la dibujada en la película de una socialdemocracia que tiene que tolerar y tolera más o menos bien los derechos de sus empleados, porque esta es una especie en peligro de extinción. Hoy, una vez que ya no hay rival económico e ideológico como en tiempos del socialismo de estado, se estilan poco esos civilizados modos y se recurre al chantaje, a la amenaza o al despido si hay oposición al empeoramiento de las condiciones económicas y del propio trabajo.
La intromisión de Michael Moore en África, en Túnez, y en concreto en la que se apodó como "Primavera Árabe", vuelve a ser desacertada, ya lo fue en el año 2011. Por repetir falsedades y apoyar lo que no fue otra cosa que un proyecto neocolonial impulsado desde su propio país para destruir o controlar los estados árabes política y económicamente no sumisos a los dictados de los intereses de Washington. Túnez, pese a no suceder lo de Libia, no fue una excepción en ese comportamiento general. Como Moore ha habido otros occidentales que trataban de salvar su propia credibilidad o vergüenza frente a su postura respecto a la mencionada "Primavera Árabe", visto lo sucedido en Libia o Siria, intentando autoconvencerse y convencer de que sí hubo un movimiento popular, local, justo y revolucionario en tales "revueltas". Sin embargo, los hechos son bien tozudos.
En mi opinión, lo que ocurrió en Túnez en el año 2011 no tenía detrás motivaciones ideológicas o políticas, sino solamente unas reivindicaciones sociales y económicas. Por el contrario, lo que comenzara a suceder en Siria apenas unos meses después de las primeras revueltas en Túnez, de ninguna manera es algo espontáneo: se trata de un proceso absolutamente dirigido, manipulado e instrumentalizado desde el exterior. 6
Cabe aquí recordar, como ya hiciera en este artículo: El origen de la Primavera Árabe, que este movimiento que se dio por el norte de África y en Oriente Medio tuvo poco o nada de espontáneo o local y sí, realmente, de movimiento dirigido desde los centros de poder estadounidenses, mediante la formación y financiación de organizaciones "no gubernamentales", como la Alianza para los Movimientos de la Juventud o Movements.org, reconocido todo ello, ya entonces, por los propios medios corporativos 7
Sobre Túnez ya exponía lo siguiente, poniendo en evidencia las vacías y muchas veces interesadas visiones de imaginarias revoluciones:
Un informe de la Agence France-Press de abril 2011 indicaba que Michael Posner (del Departamento de Estado de Estados Unidos) afirmó que "el gobierno de Estados Unidos ha presupuestado $ 50 millones en los últimos dos años para desarrollar nuevas tecnologías para ayudar a los activistas a protegerse de la detención y el enjuiciamiento de los gobiernos autoritarios." El informe explicaba que los EE.UU. "organizaron sesiones de formación para 5.000 activistas en diferentes partes del mundo. Una sesión que tuvo lugar en el Medio Oriente hace unas seis semanas reunió a activistas de Túnez, Egipto, Siria y Líbano que regresaron a sus países con el objetivo de la formación de sus colegas allí ". Posner añadiría, "Volvieron y hay un efecto dominó". Ese efecto dominó, por supuesto, es la "primavera árabe".
El 16 de enero de 2011 Al Arabiya News, en manos de la dictadura de Arabia Saudí, decía que el reformista Marzouki volvía a Túnez en medio del caos de su gobierno. Caos creado por Estados Unidos con la gente controlada por ellos y enardecida por los cables liberados de Wikileaks a propósito sobre el presidente para crear malestar social.
Moncef Marzouki fue fundador y director de la Comisión Árabe para los Derechos Humanos, una institución colaboradora con el Movimiento Mundial por la Democracia de la NED, participando en la tercera asamblea de ese Movimiento de la NED junto a la Liga tunecina de Marzouki por los Derechos Humanos, y patrocinado por la NED, la Open Society de G. Soros y la USAID. 8
En definitiva, un filme, como prácticamente todos los de Michael Moore, para ver, didáctico y como de costumbre para nada aburrido. Aunque, al ser un documental, se le debe exigir un mayor acercamiento a la realidad que se supone trata de describir. Tal vez al hacerlo se hubiese obtenido un resultado menos esperanzador, seguramente algo desalentador; pero si se quiere dar soluciones a los problemas presentes y cotidianos, no cabía ni cabe otra que tomar al toro por los cuernos. Seguramente Moore no se atrevió a hacerlo.
Referencias:
1. Smedley Darlington Butler . War is a racket. History is a weapon. 1935. http://www.historyisaweapon.com/defcon1/warracket.html
2. Carl Sagan. Cosmos. Who speaks for Earth? 1980.
3. Tony Cartalucci. Laos: The New Cold War Battleground You Don't Know About. Land Destroyer. 1.2.2016.
4. Fora.TV: Wesley Clark at the Commonwealth Club of California, October 3, 2007.
5. Caleb Maupin. Is Ashton Carter insane? nsnbc.me. 17.11.2015.
6. Raúl González Zorrilla. Reflexiones sobre el Estado Islámico con el Coronel Pedro Baños Bajo. La Tribuna del País Vasco. 3.08.2015.
7. Ron Nixon. U.S. groups helped nurture arab uprisings. The New York Times. 14.04.2011.
8. Tony Cartalucci. 2011- Year of the dupe. Land Destroyer. December 2011
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