A quien más temía el mundo de los
negocios de las corporaciones transnacionales era a Salvador Allende, cuyas ideas distaban de aquellos que gustaban
del soborno. En la campaña electoral de 1964 la CIA gastó más de tres millones
de dólares en propaganda y otros medios con el fin de evitar la elección de
Allende, además de los más de veinte millones que aportaban directamente el
gobierno estadounidense y las corporaciones.(2) No obstante, en 1970 Salvador
Allende fue elegido presidente. Es entonces cuando comienza un sistemático
sabotaje contra la economía e infraestructuras del país, con el fin de provocar
la caída del gobierno. La Administración norteamericana y las transnacionales
no estaban dispuestas a que el país mirase por sus propios intereses y no
obedeciese sus exigencias. Las declaraciones de Henry Kissinger eran claras respecto
a sus intenciones, y también sobre el respeto a las decisiones democráticas.
No
veo por qué necesitamos esperar y ver que un país va hacia el comunismo debido
a la irresponsabilidad de su propia gente.(1)
Como en el caso de la Guerra
civil española, en Chile existía también una lucha de clases, entre una gran
parte de la población desasistida, abandonada y que pasaba hambre y las clases
ricas que vivían en medio del privilegio y la riqueza. La “Vía chilena hacia el
socialismo” quería poner coto a estas desproporcionadas desigualdades,
nacionalizando los sectores de materias primas, la industria automovilística,
la electrónica, la red telefónica y otros sectores de la industria. Todo ello
desató la ira de los hasta entonces dirigentes económicos, que a partir de ese
momento se dedicaron a sabotear a la economía del país. Las huelgas se
extendieron por diversos sectores, y no por descontento de los trabajadores,
sino principalmente porque eran presionados por sus antiguos patronos, que les
pagaban cantidades de dinero por hacerlas muy superiores a su sueldo habitual.
El dinero en momentos clave tiene una importante y corrupta función.(2)
Sobre los sucesos previos al
golpe y quiénes y cómo los iban tramando fue testigo el director de cine español
Miguel Herberg, que se introdujo en los círculos de la élite chilena para ver
qué sucedía. Esto lo explica de una forma clara y soberbia en su obra Chile 73, o la historia que se repite. Sobre
las actuaciones de los latifundistas, de los que indica que muchos de ellos eran
descendientes de los nazis que ayudaron a escapar a América tanto el Gobierno
de EE.UU. como el propio Vaticano, y que para desplazarse por sus inmensas
posesiones utilizaban incluso avionetas, escribe:
Como
venganza por la política agrícola de Allende, los latifundistas promovieron una
intensa campaña de sabotaje, con la complicidad de jueces sin escrúpulos. Los
pocos latifundios expropiados fueron entregados a los trabajadores, sin
animales, sin maquinaria y sin cosechas. Más de 300.000 vacas fueron pasadas de
contrabando a los países limítrofes. Los patronos mataban a las hembras
preñadas. Se retrasaban las cosechas o no se realizaban. El empleo de
herbicidas fue un arma poderosa para la destrucción sistemática de cosechas y
siembras. Este sabotaje a escala nacional provocó un desastre en la agricultura
y ayudó en gran medida a las campañas fascistas antes del golpe de Estado.(3)
Con la llegada de Allende los
sectores que tradicionalmente estaban olvidados comenzaron a recibir apoyo y
ayudas concretas. Estos sectores eran en realidad la mayor parte de la población,
donde los niños presentaban síntomas de desnutrición y la mortalidad infantil
era tres veces superior a la de los países considerados desarrollados.
Para
paliar esta situación, el gobierno de Allende distribuyó gratuitamente medio
litro de leche por niño y a cada madre embarazada.
El
otro gran problema era el de la vivienda y para el que se programó la
construcción de 100.000 casas anuales. Este plan fue saboteado sistemáticamente
por los empresarios, por las fábricas de cemento, por la industria maderera y
de materiales de construcción, con sobornos provenientes de EE.UU.(3)
También se tomaron importantes
medidas para revitalizar la educación, aumentando de forma notoria los
inscritos en algún programa de estudios, a su vez se incrementó el número de
profesores y de cátedras en la universidad.
Un grupo particularmente olvidado
y oprimido eran los indígenas, principalmente Mapuches y Araucanos. A los que
se había perseguido en los siglos anteriores y en el mismo siglo XX como a
alimañas, y se les habían quitado sus tierras que ahora pertenecían a los
grandes latifundistas. El nuevo gobierno les restituyó algunas de sus tierras
y, además, reconoció sus derechos como habitantes del país.(2)
Este reconocimiento y apoyo a las
clases populares, que iba unido a acabar con el monopolio de las multinacionales,
despertó una peligrosa y poderosa enemistad hacia el Gobierno de Allende, que
se fraguó en la conjura de las transnacionales y de la élite chilena.
Todas
sus filiales fueron nacionalizadas. Anaconda, Denedott y Cerro Corporation
controlaban el 80 % de la producción de cobre. Phelps Doge y General Cable eran
propietarias de las dos mayores manufacturas del cobre. Betlehem Steel dominaba
en el campo del hierro. Guggenheim,
vinculada al grupo Morgan, monopolizaba el salitre. La ITT norteamericana imperaba
en los teléfonos. La Standard Oil, de New Jersey, y la Mobil controlaban la
distribución de productos petrolíferos. La RCA Victor dominaba la industria
electrónica. Las mayores industrias de montaje de camiones y automóviles eran
de la Ford, la General Motors y la Chrysler. La Ralston Purina y la W. R.Grace
controlaban las mayores industrias de alimentos. La Dow Chemical y la Monsanto
imperaban en la industria química.(3)
La ITT fue especialmente activa
en la promoción del golpe de Estado. Entre el mundo de las compañías industriales y el mundo
financiero comenzaron el estrangulamiento y el chantaje a la democracia de
Allende. El Banco Mundial y otros bancos bloquearon todos los créditos hacia
Chile. También se bloqueó el suministro de repuestos y otros elementos
necesarios para la industria. El gran monopolio económico hacía valer su poder
contra la amenaza que suponía para sus intereses la actuación del Gobierno de
Salvador Allende. Esta acción contra la democracia por parte de las
transnacionales tenía el apoyo de políticos de la derecha chilena. Entre ellos
estaba Eduardo Frei Montalva, que fue presidente de Chile de 1964 a 1970.(2) Respecto al apoyo que Frei tuvo para llegar a
ser presidente:
Su
campaña electoral de 1964 fue realizada con el apoyo de los liberales, de los conservadores,
y de los demócrata cristianos con un total de veinte millones de dólares enviados
por Estados Unidos y otros veintiséis millones de dólares provenientes de las
Democracia Cristianas alemana (RFA), venezolana e italiana, según el Washington
Post.(3)
Como presidente, Frei favoreció
de forma desmesurada a las compañías estadounidenses, ejemplo de ello son los
llamados Convenios del Cobre, en los que las corporaciones Anaconda Kennekott y Cerro
Corporation se hacían con el control
de los recursos. Y procedió a reprimir con crueldad las protestas laborales
ante los abusos; siendo responsable político de masacres en las minas, como las
de El Salvador (marzo 66), Santiago (67), Rancagua (68), Puerto Montt (marzo 68),
San Miguel (agosto 69),...(3) Una vez que fue elegido
democráticamente Salvador Allende, Frei empezó a colaborar en la conspiración
para derrocarle y fue partícipe de algún modo en el asesinato del general René
Schneider, comandante en jefe de las fuerzas armadas y defensor real de la democracia
y sus principios, que se oponía a cualquier modo violento o antidemocrático.
Uno
de los coautores del crimen, el general Viaux, confesó públicamente su
complicidad en dos ocasiones: una a mí ante la cámara, ya en la cárcel pocos
meses antes del golpe de Estado
definitivo, y otra a la periodista Florencia Vargas, a la que declaró que el señor
Frei le había dado “carta blanca para actuar, pero con la condición de que lo
hiciera bien”, refiriéndose al asesinato.(3)
Frei apoyó el golpe, mostrando su
talante, que no era nuevo, porque antes de ser político había dirigido al
diario Tatapaca que hacía apología del fascismo y de sus líderes, Mussolini o
Hitler. Sin embargo, con el tiempo terminó mostrando su oposición a los
militares, que habían acaparado todo el poder. Lo que le acarreó su enemistad y, entonces, pudo ver hasta donde eran capaces de llegar, incluso contra quienes
habían sido sus aliados. Eduardo Frei
fue asesinado por ellos, por envenenamiento, en 1982.(5)
El caso de Chile es otro ejemplo
donde se muestra que el gran monopolio económico mundial es enemigo de la
democracia en su sentido real, es decir, como verdadera expresión de lo que
quiere la población de un país. Y en Chile, como en tantas partes, los
intereses de la élite económica y los de la población eran, y son, muy
diferentes. Un gobierno debe mirar por satisfacer a su propia gente, no a
una minoría extranjera o local, es lo que pretendía el gobierno de Allende. Por
ello fue sometido a acoso y atacado a todos los niveles, y como no podían
destruirlo, utilizaron la violencia en su máxima expresión contra una
democracia, el golpe de Estado; al que
empezaron a legitimar antes de producirse para hacer ver a la sociedad que era
“lo necesario”, lo necesario se entiende para sus intereses, hablando de una forma
más clara.
Trabajando
en contacto con la CIA y con el Departamento de Estado de los EE.UU., los ideólogos
del Partido Nacional fueron los propagandistas más entusiastas de la tesis
destinada a crear la imagen propicia al golpe de Estado fascista…
Uno
de ellos, Francisco Bulnes Sanfuentes, empresario millonario y abogado de la
Standard Oil y de la Mobil en Chile, declaraba “Frei y yo convinimos el día 20
de agosto de 1973 durante una conversación muy extensa que a Chile no le queda
otra solución que la militar”.(3)
El mundo de las compañías
económico-financieras y de sus medios de comunicación estaba plenamente inmerso
en el golpe militar.
El
grupo Edwards era uno de lo clanes más potentes de Chile. Hasta 1970 fue
propietario de la cadena de diarios El Mercurio y de unas veinte industrias,
seguros, bancos y editoriales. Además tenía una influencia enorme y participaba
en las cuarenta sociedades más ligadas al capital americano, Rockefeller por
ejemplo.
Agustín
Edward se refugió en EE.UU., donde fue nombrado vice-presidente mundial de la
Pepsi-Cola, al mismo tiempo que disfrutaba de los millones de dólares que había
depositado en la Chase Manhattan Bank.(3)
El diario El Mercurio hacía de
órgano de propaganda de los intereses de las transnacionales y de la oligarquía
chilena.
La moralidad y el ejemplo dado
por los dirigentes económicos no eran aquí
tampoco muy elevados, algo bastante común a lo largo de la historia.
Mientras
que los ricos chilenos llevaban una vida disipada, de lujo, sexo, adulterios,
fiestas y banquetes en los que yo participaba asiduamente junto a militares,
curas y capitalistas, el pueblo estaba literalmente pasando hambre, haciendo
cola para comprar comestibles y los niños chilenos muriendo de enfermedades
producto de la desnutrición. Los altos ejecutivos de las multinacionales
consideraban escandaloso que se repartiese medio litro de leche en polvo a cada niño, “porque la economía del
país no podía resistir ese gasto”. (3)
Y no estaban dispuestos a
renunciar a ninguno de sus privilegios. Allende fue advertido de todos estos
planes, pero tal vez se había acabado creyendo las mismas mentiras que se
lanzan desde el poder sobre su creencia en la democracia. Le respondía de esta
forma ingenua al propio Miguel Herberg:
Miguel,
esto no es España, aquí el ejército tiene una tradición democrática.(3)
Pronto vería que las cosas reales
eran muy diferentes. El propio general Pinochet, en quien confió, planeó
asesinarlo en un avión tras “permitirle” abandonar el país si se rendía.
Las consecuencias del golpe para
la mayor parte de la población de Chile fueron también trágicas en términos
económicos, además de en términos humanos. El precio del pan, por ejemplo, pasó
pronto de valer once a cuarenta escudos, un aumento del 264%. En menos de un año
había aumentado su precio treinta y seis veces. Las medidas de los Chicago Boys condujeron a la pobreza al
menos al 85% de la población.(2)
Cuando
la Universidad volvió a abrir varios días más tarde [tras el golpe de Estado],
los “Chicago Boys” estaban regocijándose. Apenas una semana más tarde, varios
de mis colegas en el Instituto de Económicas fueron nombrados para puestos
clave en el Gobierno Militar.(4)
Se podría escribir mucho más
sobre Chile, pero estas líneas son aleccionadoras de cómo funciona el mundo económico
en el poder y sus adláteres, y habla de
su nula categoría humana o moral. Es
cierto que hoy se recuerda a Salvador Allende con admiración y a Pinochet con
desprecio. Pero Allende murió allí, como también allí fueron asesinados y torturados miles de
chilenos, en cambio Pinochet vivió en el poder y en el lujo toda su vida, sin
que la Justicia, tan injusta, lo condenase alguna vez al lugar donde debería haber
estado.
Chile, como decía
bien Miguel Herberg, era la historia que se repite.
PS:
El presidente chileno fue asesinado, no se suicidó:
El asesinato de Salvador Allende, se confirma lo que ya se sabía
PS:
El presidente chileno fue asesinado, no se suicidó:
El asesinato de Salvador Allende, se confirma lo que ya se sabía
Notas:
(1) Alejandro Reuss. U.S. in Chile, The U.S. government turns over 5, 800
documents. Z
magazine, November 1999.
(2) Mikel Itulain. Estados Unidos y el respeto a otras culturas y países. Libertarias. 2012.
(3) Miguel Herberg. CHILE 73 o la historia
que se repite. Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo.
1999.
(4) Michel Chossudovsky. The
Globalization of Poverty. Preface to second edition. Global Research. 2003.
(5) José
Zepeda. Asesinato de Frei Montalva: la DINA aún
aterroriza. Radio Nederland Latinoamérica, 10 de diciembre 2009. http://www.rnw.nl/espanol/article/asesinato-de-frei-montalva-la-dina-a%C3%BAn-aterroriza
Hola Mikel:
ResponderEliminarLeyendo tu post he recordado las similitudes, cuando digo similitudes no estoy hablando de que algo sea idéntico ni muchísimo menos, entre las dictaduras y post-dictaduras chilena y española.
De entrada, resulta evidente y conocida la gran simpatia que por Franco sentían varios de los autores militares e intelectuales del régimen dictatorial chileno como Pinochet o Jaime Guzmán entre otros.
Pero, además, es interesante ver el paralelismo en las transiciones supuestamente democráticas que acontecieron en los dos países una vez que los militares abandonaron formalmente el poder. Tanto en un estado como en el otro los poderes fácticos y el estamento militar siguieron teniendo la última palabra a la hora de determinar y limitar las reglas del juego en una supuesta transición democrática y también en ambos estados, partidos políticos con una fuerte tradición izquierdista y reivindicativa (PC y PS) además de con una amplia base social pasaron a formar parte del aparato institucional conservador establecido en la post dictadura.
Contrasta esta incapacidad de Chile y España para romper en su mal llamada transición democrática con las instituciones y poderes establecidos en sus dictaduras, cooptación de partidos de izquierda incluida, con la experiencia de otros paises como: Portugal, Grecia, Brasil los cuales, aún teniendo numerosos problemas y contradicciones, fueron capaces crear una república que dejara atrás los simbolos, organizaciones e instituciones del anterior sistema fascista.
Saludos
Hola Anxo.
ResponderEliminarSí que hay similitudes entre Chile y España. El poder económico y político de las dictaduras y de las transiciones de ambos países siempre sirvió al gran poder actual, Estados Unidos. De ahí la complacencia hacia su dictadura y a quienes participaron en ella.
Todo esto no resultó ni resulta gratis para su población. No en vano, tanto España como Chile destacan entre los países de su continente por su desigualdad social.
Efectivamente amigo Mikel, y además ese poder del que hablas tuvo un tremendo suceso a la hora de cooptar a buena parte de la población, incluyendo muchos integrantes de la antigua base social de la izquierda, hacía el sistema colonial-consumista que tu bien describes.
ResponderEliminarEvidentemente, no estoy hablando de trabajadores desempleados o subempleados que se echan en brazos de la extrema derecha xenófoba al estilo de FN francés sino de nuevas generaciones y viejos partidos de izquierda que pasan a compartir los valores conservadores, colonialistas y parasitarios de las clases medias-altas compradoras de toda la vida.
Saludos
Excelente Político, con mayúsculas porque honra esa profesión, hombre digno y no sometido que luchaba por colocar a las personas por encima del dinero, una rareza que molestaba y que le acarreó la muerte. Creo que recordar lo que sucedió en Chile nos da perspectiva del mundo que nos toca vivir.
ResponderEliminarSaludos.
Ciertamente lo que ocurrió en Chile marcó no solo el futuro de ese país, sino del propio mundo.
ResponderEliminarLuego vendría otro 11S que de un modo mayor marcaría la actuación del poder económico mundial.
Se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor...
ResponderEliminarEn Chile de momento no.
ResponderEliminarUn saludo.