La falsificación y ocultación de la realidad que están haciendo los medios de comunicación, pretende llevar a Siria a una nueva tropelía de la OTAN. Silencian los horribles crímenes cometidos por los mercenarios islamistas, porque eso son, ya que reciben el apoyo de occidente y de las dictaduras saudí, catarí o jordana, y ocultan, los medios, cual es la base y el fondo de las fuentes de donde reciben esa supuesta información sobre los acontecimientos de Siria y qué es en realidad esa "oposición" fabricada desde fuera, que no representa a la oposición real que se opone a intervenciones militares extranjeras.
¿Por qué no una labor periodística con rigor y seria mostrando evidencias y no dejándose presionar por los intereses económicos y políticos? Bien, la respuesta es que los grandes medios de comunicación no quieren realizar esa labor que les correspondía, sino que van a realizar la función de servir a los intereses de quienes los dirigen, el mundo corporativo occidental, que está dispuesto a acabar con un gobierno que no obedece sus indicaciones. El periodismo en los medios corporativos, prensa, radio, tv o internet, es una entelequia, salvo tal vez en la sección de deportes, y aun ni siquiera creo que en ese campo.
Los lectores, oyentes o televidentes que no conozcan los hechos serán engañados de una forma realmente triste, y con unos objetivos y efectos realmente perversos, su aprobación a un brutal ataque militar sobre Siria. En cambio, quien tenga la decisión de informarse, siempre una minoría en la sociedad, verá como ridículas y absurdas las "informaciones" transmitidas por los medios de comunicación. Toda esta desinformación tiene como fin el que el público no entienda lo que ocurra, lo que lo hace muy manipulable, por ejemplo para fomentar otra vez más el espíritu nacionalista y militarista, como tantas veces se ha hecho en el pasado, en el pasado lejano y en el más reciente.
Contra la barbarie, información y cultura, contra la intolerancia más información, cultura y conocimiento.
La batalla no es fácil y la guerra es larga, pero no queda otra que librarla para aquellos que ni siquiera elegimos la confrontación. La supervivencia exige defenderse y la información es una de las más poderosas armas de defensa, combate prácticamente todos los males y evita catástrofes como las que otra vez parecen cernirse sobre nuestro futuro próximo.
La quietud, la pasividad pueden suponer nuestro fin y el fin de mucha gente más.
Encendamos la luz en la oscuridad, aunque sea la tenue luz de una pequeña vela, porque esta siempre iluminará y dará esperanza. Una forma de encender esa luz es denunciando y desenmascarando a aquellos que usan la mentira y el engaño, con más motivo con aquellos que se hacen pasar por periodistas y denigran a su profesión. Aquí transcribo una denuncia de Michael McGehee de un artículo publicado en el New York Times Review Books donde se expone la vaciedad y falta de argumentos de un supuesto periodista, pero que tiene el peligro de que en un mundo paradójicamente tan mal informado cale y siembre la semilla del odio, la violencia y la confrontación, en vez de sembrar la semilla que traerá una cosecha próspera de paz y concordia en la humanidad.
SOBRE
SIRIA: COMO IGNATIEFF DIVIDIÓ LA HONESTIDAD
Michael Ignatieff
está con ello de nuevo con su postura imperialista en su último artículo para
el New York Times Review Books: “Cómo Siria dividió el mundo”. El titular es
más que ridículo; como si Siria conspirase contra Occidente para formar y
dirigir un ejército terrorista y derrocarlo y eso solo podría “dividir el
mundo”. Pero las dos frases finales del primer párrafo de Ignatieff merecen la
pena comentarlas brevemente:
Una imprecisa alianza de
democracias capitalistas ahora se encuentra cara a cara con dos autoritarios
despotismos (Rusia y China) algo nuevo en los anales de la ciencia política:
cleptocracias que mezclan la economía de mercado y el estado policial. Estos
regímenes apoyarán tiranías como Siria dondequiera que esté en su interés hacer
eso.
Primero, notar como
Ignatieff pinta la “alianza” que está tratando de derrocar a Bashar al-Assad
como “democrática”, mientras aquellos que tratan de contrarrestar la tentativa,
Rusia y China, son despotismos autoritarios. Esta “alianza antirégimen incluye
tiranías como Arabia Saudí, Qatar y Jordania. No son necesario comentarios.
Hay además una enorme
cantidad de ignorancia intencionada por parte de Ignatieff –quien está
escribiendo desde dentro del establisment político y económico dominante
durante una época que está viendo la mayor desigualdad en riqueza desde la Gran
Depresión, con records de altos beneficios para las corporaciones, un masivo
sistema policial estatal formándose de
modo muy rápida tras los ataques terroristas del 11S, y el ejército más grande
del mundo que tiene cerca de un millar de bases en el exterior abarcando el
globo entero- para decir que una cleptocracia que mezcla la economía de mercado
y el estado policial es algo nuevo en el mundo… y que eso no somos nosotros.
Además está el
elefante en la habitación: Bahréin. Estados Unidos y Occidente han cerrado los
ojos ese estado policial cleptocrático. Y, por supuesto, los principales medios
de comunicación –los valientes caballeros errantes de Occidente- no los están
acosando y rindiendo cuentas por ello como lo hacen con Rusia y China. Respecto
al último, medios como el New York Times y el Washington Post los critican por
poner sus intereses nacionales delante de los derechos humanos. Notar que
Ignatieff se pone poético sobre “la defensa de los dictadores de Rusia y China”,
pero cuando se trata de Bahréin y colaboradores, Occidente recibe un pase
libre. De hecho, Bahréin no está incluso en absoluto en el radar de Ignatieff,
mientras, como se ha indicado, los “saudís y los estados del golfo” son parte
de la “alianza de democracias capitalistas luchadoras”.
Y la idea de que
Occidente es el único “luchando” es disparatada. Sabemos, gracias a Wikileaks,
que EE.UU. ha estado fomentando este conflicto durante al menos varios años
construyendo la “oposición” dentro y fuera de Siria (ver el reciente artículo
de Charlie Skelton: “La oposición siria: ¿quién está realizando el discurso?”,
para una estupenda cobertura), y que el objetivo es debilitar y derribar el
régimen sirio a través del sabotaje y de ataques de la guerrilla (es decir
terrorismo).
Es increíble que
Ignatieff realmente crea lo que escribe. Pero lo que más me preocupa a mí es
que quienes lean este artículo no perciban el engaño. Salvo que uno sea
familiar con los hechos que a menudo no son contados por los grandes medios de
comunicación lo más probable es que la narración sea aceptada completamente.
Apela al nacionalismo y al militarismo. “Nosotros” –el artículo está claramente hablando a una audiencia
norteamericana- estamos luchando contra el malvado enemigo que está forzando
nuestras manos y dividiendo el mundo. Es un sinsentido completo, pero cumple
con la narración comúnmente aceptada (y falsa) de lo que ocurre, quiénes son
los buenos tipos y quiénes son los malos, etc.
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