miércoles, 13 de marzo de 2013

HOLLYWOOD ante la Segunda Guerra Mundial.


El gran dictador (1940): Hynkel  (Charles Chaplin) con el globo terráqueo en sus manos.

En los primeros años del nazismo e incluso en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, hasta 1941 o más tarde, se producen muy pocas películas con alguna connotación contra el fascismo o el nazismo. Confesiones de un espía nazi (1939), La tormenta mortal (1940) o El gran dictador (1940) son las pocas obras que se atrevieron a denunciar a esta ideología y sistema violento, racista y antidemocrático que se extendía por Europa.
El gran dictador, dirigida, producida, escrita e interpretada por Charles Chaplin (dirección compartida con Wheeler Dryden), que se comenzó a rodar el 9 septiembre de 1939, solo ocho días después de la invasión alemana a Polonia y de la declaración de la Segunda Guerra Mundial,  se estrenó el 15 de octubre de 1940 en Nueva York. Todo ello pese a las grandes presiones para que no fuese realizada. Las críticas de la prensa no fueron buenas, curiosamente especialmente críticas  con el discurso final donde Chaplin, que interpreta a un barbero al que los mandos alemanes confunden con Hitler por su gran parecido físico, habla sobre respeto, bondad y democracia.(1) Tampoco recibió ningún Oscar, pese a tener varias nominaciones y a ser una de las obras más importantes en la historia del cine. No obstante, el apoyo del público fue notorio. Esta película y las propias ideas de Charles Chaplin lo harían poco grato a quienes dirigían el país, este país, Estados Unidos, que enarbolaba  ser el modelo de la libertad, acabaría persiguiendo a Charles Chaplin (mediante el Comité de Actividades Antiestadounidenses), que terminó por provocar su exilio a Europa.
Estas palabras del discurso final en el Gran Dictador, como todo su trabajo en general en pro de la humanidad, molestaban realmente mucho a la intolerante élite estadounidense:

Lo lamento mucho, pero no quiero ser dictador. No quiero conquistar ni gobernar a nadie. Deseo ayudar a todos, judíos, gentiles, blancos o negros… Nuestra sabiduría nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia nos ha hecho duros y malos. Pensamos demasiado y sentimos poco. Más que maquinaria necesitamos bondad y ternura… ¡Soldados, en nombre de la democracia, unámonos!(1)

El gran dictador es una obra maestra del cine y una brillante sátira del fascismo, donde aparece caricaturizado especialmente Hitler: mostrando sus locas ambiciones de poder y sus sueños de grandeza de creer al mundo entero de su propiedad. La sátira continúa siendo perfectamente aplicable hoy en día, no especialmente a un presidente o político, sino a los magnates de las grandes compañías industriales y del mundo financiero, cuyo lema continúa siendo “We own the world” (Nosotros poseemos el mundo), (2) como en la propia interpretación de Chaplin con  el globo terráqueo.
Este escaso número de películas  en las que se criticaba al nazismo fue incluso objeto de una investigación de un subcomité del senado, al frente del cual estaba Gerald Nye, que tenía poca simpatía hacia los judíos y se quejaba sobre la imagen agresiva que se daba de Hitler.(3)
Pero esta “neutralidad” política de Hollywood cambió rápidamente tras los sucesos de Pearl Habour y la consiguiente exaltación patriótica y racista que promovieron el gobierno estadounidense y el mundo empresarial. Estos habían provocado el ataque japonés a la colonia en el Pacífico al bloquearles  económicamente, conociendo además cuando se iba a producir , al interceptar  los mensajes del ejército nipón, y dejarlo ocurrir.(4) Así ya tenían un pretexto de cara al público. De este modo comenzaron a realizarse películas claramente propagandísticas y racistas, como: Peligro amarillo, V de victoria o Domingo en Hawái. La productora Warner Brothers tuvo que cambiar el guion de su película Across the Pacific, debido a que en ella figuraba un complot japonés para volar Pearl Harbour, se hizo variando el escenario, situándolo en el canal de Panamá. En la Batalla de China, dentro de una serie de Frank Capra titulada Por qué luchamos, el director tomó secuencias de documentales japoneses y películas de samuráis a las que mezcló con escenas de horror y destrucción. En contraste mostraba una población china pacífica a la que los japoneses arrasan y someten.(5) Aunque es cierto esto en parte, también sería cierto que esto mismo iban a hacer los estadounidenses en Asia al acabar la guerra mundial. No hay que olvidar tampoco que este odio hacia lo japonés exaltado por el cine y otros medios posibilitó que en Estados Unidos se creasen campos de concentración para ciudadanos estadounidenses de ascendencia japonesa.(6)
Desde el suceso de Pearl Harbour  Hollywood se dispuso a colaborar otra vez con el Gobierno estadounidense, como ya lo hiciera en la Primera Guerra Mundial, teniendo en cuenta y siguiendo sus indicaciones. En estas indicaciones se pedía que en las películas se exaltase el patriotismo, la heroicidad, la entrega, el espíritu de sacrificio y que se aconsejase comprar bonos para ayudar al desarrollo de la guerra. Sin embargo, durante el año 1942 la industria del cine no satisfacía estos criterios según los miembros de la Oficina de Información de la Guerra (OWI), porque según ellos  se mostraba a EE.UU. y a sus aliados como atacantes o aparecía el país norteamericano como un lugar donde estaban los gánsteres, había conflictos laborales y sociales, y existían problemas de racismo. Todo esto, especialmente lo relativo a la  situación interna de EE.UU., era bastante real, pero no era adecuado y conveniente mostrarlo. Ello condujo a que una de las oficinas del OWI, la Bureau of Motion Pictures, desarrollase un manual para la elaboración de películas. Mediante él los productores y directores debían plantearse antes de comenzar a realizar un trabajo cuestiones como: ¿Esta película ayudará a ganar la guerra?, además indicaba  que se incluyeran imágenes de gente haciendo sacrificios por su país de forma voluntaria, alegre y sin cuestionárselo. Durante su existencia esta oficina se encargó de evaluar los guiones según los criterios establecidos de utilidad para la guerra. Después de que el gobierno la quitase, en la primavera de 1943, el control sobre las películas filmadas recayó sobre la Office of Censorship (Oficina de Censura).(3)
Entre los directores que contribuyeron con su participación en la guerra y en su producción filmográfica de exaltación de esta, tenemos a John Ford, una de sus obras fue The Battle of Midway (1942). 

De Mikel Itulain, Justificando la guerra, 2012.

Notas:
   (1) Charles Chaplin. El gran dictador. United Artists, 15 octubre 1940, 124 min.

    (2) Noam Chomsky. We own the world. January, 1, 2008.
                   http://www.chomsky.info/articles/20080101.htm
  (3)Steven Mintz & Randy W. Roberts. Hollywood´s America. Blackwell Publishing, 2010.
    (4) Jacques Pauwels. Fall 1941. Pearl Harbor and the wars of Corporate America. Global Research. 11.12.2011.
   (5)  Anthony V. Navarro. A critical comparison between Japanese and American propaganda during World War II.  https://www.msu.edu/~navarro6/srop.html
   (6) Mikel Itulain. Estados Unidos y el respeto a otras culturas y países. Libertarias, 2012.


ENLACES:



 HOLLYWOOD ANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puede poner aquí sus opiniones, siempre con respeto y con ánimo de enriquecer y fomentar el debate.
Las personas que participen deberán identificarse con el fin de que asistamos a un debate e intercambio de opiniones en condición de igualdad.
Gracias-Mila esker-Thank you.