Este es el tipo de "información" que inculcan los medios sobre los rivales políticos y económicos de los dirigentes occidentales
La ideología del "estado canalla", del "régimen", de la "dictadura"y del "dictador" que lo dirige, y que es, según parece, el responsable o responsables de los males que allí acaecen y de todos los demás que presuntamente de ellos se derivan, no es una elucubración, conocimiento o pensamiento de la izquierda occidental. Aunque sea esta, quien con su intensa agitación de las conciencias, la que finalmente legitime tal acusación de cara a la sociedad y especialmente de cara a quienes debían haber tenido la responsabilidad y el juicio suficiente para no dejarse arrastrar por las olas que se generan en el temporal artificialmente creado por los codiciosos intereses de las familias más poderosas y acomodadas.
La izquierda, teóricamente, habla de justicia, tolerancia y solidaridad, pero, prácticamente, contribuye de forma decisoria y decisiva no solo a perpetuar la existente injusticia social mundial, sino a agravarla.
Casi siempre que se ha querido someter a algún país o estado, se ha recurrido a demonizarlo, a mostrarlo como el mal más abyecto y fuente de peligrosas e impredecibles amenazas. Hoy esta práctica se ha extendido si cabe más, pero adaptada a los tiempos presentes. Así, esta ideología del "estado canalla" se desarrolló cuando una nación, como era Irak, que había sido dirigida y armada por los Estados Unidos para dañar a países vecinos como Irán, se vio que no estaba siguiendo las directrices indicadas, entre ellas: no generar nuevos conflictos con países rivales de occidente o tratar de entablar relaciones comerciales con ellos e incluso haberse convertido en el lugar con mayor nivel de vida de la región. Cayó en la trampa de Kuwait, con el que tenía cuentas pendientes, y desde ahí ya todo fueron ataques, sin tregua y con poca razón.
La ideología del "estado canalla" [apodado comúnmente régimen o dictadura y a su dirigente dictador] desarrollada por el Pentágono durante la Guerra del Golfo de 1991, constituye una nueva legitimidad, una justificación para llevar a cabo una "guerra humanitaria" contra países que no se ajusten al Nuevo Orden Mundial y a los principios del sistema de "libre mercado". 1
La guerra "humanitaria" la desarrollaron empresas de relaciones públicas y organizaciones humanitarias que manipularon, falsificaron e inventaron la realidad con todo el propósito, y cuyo objetivo final era favorecer los intereses económicos de sus patrocinadores.
Como hizo la compañía Hill&Knowlton, contratada por un país tan poco democrático como Kuwait por un millón de dólares al mes con el fin de lavar su imagen y mostrarlo como un ferviente defensor de la libertad. Allí se escenificó una actuación teatral en la que se denunciaba con gravedad al ejército de Irak por haber sacado a bebés de las incubadoras y abandonarlos a su suerte a una muerte segura y cruel en los suelos del hospital arrasado. Como estrella del reparto contrataron a una chica joven que entre desesperados sollozos relataba la trágica escena imaginariamente vivida.
La chica era la hija del mismo embajador de Kuwait, no hacía falta ser un gran detective para saberlo. Y al embuste y a su decisiva e influyente distribución contribuyeron de buena gana y como es habitual organizaciones del tipo de Amnistía International. Todo pese a que miembros de base de esa misma entidad denunciaron que aquello no debía publicarse, por carecer de evidencias reales que lo justificasen y por el enorme efecto que tendría para promover una guerra que desde Washington se quería. Hicieron caso omiso, había sólidas razones para hacerlo: se trataba de una campaña de propaganda con un fin bien determinado y pensado:
Lo publicaron, y usted sabe qué terrible impacto tuvo en términos de propaganda de guerra. De los seis votos en el Senado de los Estados Unidos que aprobaron la resolución para ir a la guerra, varios de estos senadores dijeron que fueron influenciados por el informe de Amnistía. 2
Las guerras humanitarias se basan en las peores de las mentiras, pero son muy rentables para los poderes económicos y políticos que las financian y dirigen. Son apoyadas por el público gracias a la labor de estas organizaciones apodadas "humanitarias", que son creadas, como los medios de comunicación, para esta labor. Luego, y al mismo tiempo, personalidades, sindicatos y partidos de la izquierda harán el coro. Legitimando lo ilegitimable.
Continuando con este pensamiento y discurso sometido de la izquierda, tenemos también la archimencionada calificación de "dictador brutal". Con ella se apela más a la emoción que a la razón y verán que las acusaciones vertidas carecen de base o son sesgadas, o que tales males de tales denuncias corresponden precisamente a grupos que defiende precisamente el denunciante, como ha ocurrido con los ensalzadas batallones de mercenarias que asolan Siria y a los que se denomina con los eufemismos de "rebeldes" u " oposición". Se culpa al Gobierno legítimo de Siria de las atrocidades, pero los hechos dicen lo contrario. No se trata de contar la verdad, sino de crearla o invertirla. La repetición insistente y en muchos medios creará la sensación de que si la mayoría de las veces se dice y la mayoría lo dice, será porque es cierto. No teniendo en cuenta algo tan elemental como es que, la supuesta amplia gama de los medios de comunicación son propiedad de un reducido número de individuos, los dueños de las corporaciones, y que proveen de ese discurso uniforme e interesado que no tiene interés más que por su propio beneficio y no por lo que sufren o padecen personas de Siria, Libia, Irak o Afganistán. Su influencia se extiende más allá de los propiamente medios corporativos, llegan a los "alternativos", en los que trabajan con intensidad para ampliar su poder allá donde lo perdieron, pueden verlo aquí: El lector y el periodista ante el océano de corrupción.
La denominación de "dictador brutal" proviene también del mundo neocón, empleada por George W. Bush para referirse a Sadam Hussein. 3 Y alguien dirá que efectivamente lo era, no obstante, ya hemos explicado al comienzo quién lo impulsó y por qué se le perseguía. Además, si comparamos lo hecho por el presidente de los Estados Unidos mencionado, o por prácticamente cualquier otro, con el que fuese presidente de Irak en materia de violaciones de los derechos humanos y víctimas, ¿quién creen que saldría peor parado?
Bush, con su embargo genocida, mata a un niño iraquí cada seis minutos, y planea --tiene decidida ya-- una invasión que provocaría cientos de miles de víctimas más. Equipararlo a Sadam es como comparar a Herodes con un bocadillo de mortadela. 4
¿Sería entonces justificable un bombardeo contra las ciudades, infraestructuras, hospitales, escuelas, industrias, sistema agrario, eléctrico y acuífero de Estados Unidos por los crímenes horrendos de sus presidentes y de su poder económico, que son verdaderos dictadores y tiranos, como se hizo contra Irak?
¿O estaríamos en contra de un bombardeo, pero era necesaria una acción enérgica y decidida para acabar con esos tiranos, aunque la violencia no fuese la mejor solución?
¿Qué opinan? ¿A qué no piensan ya igual viéndolo de esta manera?
La tragedia de lo ocurrido en Irak, provocado por la codicia y la irresponsabilidad occidental en prácticamente todos los ámbitos y sectores, sí supuso un calvario no conocido antes en ese país.
Las consecuencias han sido indescriptiblemente horribles. Más de dos millones de personas -en su inmensa mayoría civiles- han muerto debido a privaciones económicas y a la violencia armada. Más de cinco millones han sido heridos y/o convertidos en refugiados. Esto en un país cuya población hoy es en torno a 26 millones. Iraq ha sido desgarrado de tales formas que hubiera parecido inimaginable hace dos décadas.
Al Qaeda no había tenido presencia en Irak antes de que los EE.UU. invadieran y ocuparan el país en 2003, destruyendo su gobierno y su ejército. El partido Baath derrocado que dirigía el gobierno era secular y no toleraba tales grupos. 5
Luego vino lo de Libia y lo de Siria, además de lo de Afganistán, contra gobiernos bastante más populares y legítimos que el de Hussein y que muchos occidentales. De Irak surgiría el Estado Islámico y la extensión de la violencia y la intolerancia no solo en Oriente Medio, sino en cualquier rincón del planeta.
Ahora reflexionen, si quieren, sobre lo sucedido. Muchos de los que murieron por la bombas, producto de todo lo comentado, en los aeropuertos, plazas, restaurantes o estaciones, nunca lo hicieron ni tuvieron intención de hacerlo; pero murieron debido a esto, lo supieran o no.
PS:
Por la izquierda me refiero en el texto a aquella que se llama a sí misma como tal y que participa en los parlamentos de Europa, salvo raras excepciones.
Por la izquierda me refiero en el texto a aquella que se llama a sí misma como tal y que participa en los parlamentos de Europa, salvo raras excepciones.
Referencias:
1. Michel Chossudovsky. Economic depression and the New World Order. Journal of International Affairs (Columbia University), Vol. 52, no. 1 (Fall 1998) 26 January 2002
2. Francis Boyle. Interview with Dennis Bernstein. Covert Action Quaterly number 73 Summer 2002, pp. 9-12, 27.
3. Bush promises Saddam fair trial. BBC, 15.12.2003.
4. Carlos Frabetti. Sadam y la mortadela. 23.11.2002. Enlace
5. Richard Becker. Iraq at the breaking point. Liberation. 13.08.2014.
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