Hablar sobre los atentados terroristas ocurridos en los Estados Unidos el 11 de septiembre del año 2001 no suele ser una tarea fácil, al menos si se quiere hablar con cierto rigor y con cierto grado de conocimiento. Y no es una tarea fácil aquí, en occidente, en Europa occidental y en Estados Unidos, donde supuestamente, pero no realmente, existe una gran libertad de expresión. No lo es por el grado de desconocimiento acerca de lo que ocurre en el mundo y porque, nos guste reconocerlo o no, hay un gran control sobre el pensamiento y la libertad de expresión.
Ya de partida podemos decir que había varias hipótesis sobre quién, cómo y por qué se cometieron tales atentados.
Una de ellas, muy difundida y muy popular aquí, pero que no encaja con lo que que piensan en otras partes del mundo, como Oriente Medio, Asia o África, es que tales atentados fueron una venganza del mundo musulmán contra el occidente "avanzado", "democrático" y también, no lo olvidemos, aunque no nos gusta recordarlo, colonial. En primer lugar deberíamos quitarnos de la cabeza esa idea de que el mundo musulmán es un mundo de fanatismo donde quedarían englobadas organizaciones como Al Qaeda o el recientemente puesto en escena Estado Islámico o Estado de Irak y Levante. Haríamos bien en repasar la historia para ver que tales organizaciones y otras afines -como el Grupo Combatiente Islámico Libio, Al Nusra o el Ejército Sirio Libre-, no son originarias ni nativas ni propias de los países donde han actuado, principalmente en Asia, África u Oriente Medio, aunque también en Europa, por ejemplo en Yugoslavia; sino que fueron creadas precisamente por el poder económico occidental, por nuestros dirigentes, para mantener controlados todos aquellos países que representaban algún interés en sus ambiciosas intenciones de dominar el mundo. Es decir, fueron y son organizaciones mercenarias al servicio de estos intereses extranjeros que trabajaban para causar daño y destrucción allí donde actuaban, imposibilitando una sociedad abierta, plural y próspera. No es, por tanto, el fanatismo o la ignorancia de las gentes de estas partes del mundo la causa de sus problemas de violencia e intolerancia, sino la intromisión externa mediante la más despiadada brutalidad pagada con dinero extranjero la verdadera causante. Recientemente les proponía la siguiente necesaria e importante reflexión sobre este tema, recalcando que nosotros, nuestra sociedad occidental, no es consciente ni conocedora de lo que realmente ocurre en el mundo. Y hay un motivo para esto: sus fuentes de información no son nada buenas, es más, son fuentes no para informar, sino para desinformar, para que la gente no entienda en verdad lo que ocurre y de este modo sea muy fácilmente manipulable y fácil de engañar. Como efectivamente lo es.
Sus medios de comunicación de noticias, sus series de televisión, su cine, sus libros... tergiversan completamente la realidad, mienten compulsivamente, invierten muy a menudo los sucesos y los actores reales, provocando que los habitantes occidentales ignoren completamente lo que pasa en el mundo, y lo que es peor, que no son conscientes de su ignorancia, que es de hecho analfabetismo político e histórico, creyendo saber y conocer sobre el mundo que les rodea, cuando claramente no es así. Tenemos, por ejemplo, el fenómeno de Al Qaeda al que entienden como algo intrínseco al fanatismo y atraso de pueblos y naciones que no alcanzan el nivel cultural y de tolerancia que tenemos nosotros. Todo un ejemplo de falsificación de los hechos y de ridícula y peligrosa arrogancia. Pues son los que dirigen nuestra sociedad los que fomentan a los grupos de mercenarios islámicos, apodados yihadistas, que en absoluto representan al Islam, a la cultura musulmana o a los países que sufren sus ataques. Mercenarios armados y entrenados por nuestros servicios de inteligencia y financiados con el dinero de nuestros impuestos, que luego destruirán ricas, cultas y avanzadas sociedades con muy valioso y abundante patrimonio cultural, artístico y científico. Piensen un poco en todo ello y por una vez pónganse en su lugar. Piensen que su ciudad es invadida por batallones de fanáticos fuertemente armados, que destrozan y roban todo lo que encuentran, que violentan a los hombres y a las mujeres, que prenden fuego a las librerías y matan a los profesores universitarios; junto a que atacan al propio ejército, a los edificios públicos y quieren hacerse con el control de su país. Piensen que en las televisiones de países lejanos que quieren someter al nuestro, dicen que en su país, en su ciudad, existe una rebelión popular y que, además, es reprimida por la policía con dureza, cuando esta lo único que hacía es intentar parar esta insurrección violenta. La campaña de los medios de comunicación de aquellos países consiste en denigrar, insultar y demonizar al presidente de su país, a su ejército, aunque usted no entiende como pueden hacer esto cuando ellos no son en absoluto responsables de que esto ocurra, es más, cuando ellos actúan y luchan para frenar esta barbarie que ha llegado a su ciudad y su país. Usted finalmente pensaría con razón que estos medios de comunicación no actúan de buena fe, sino que persiguen otros intereses llevando a cabo un juego muy sucio que está provocando mucho dolor, destrucción y muerte. Pensaría con razón también que los periodistas, actores o escritores que apoyasen todo esto no merecen ningún respeto, que deberían ser perseguidos judicialmente y culpabilizarlos de sus responsabilidades penales y criminales, pues ellos han alentado de forma consciente, vil y venal todas estas terribles e injustificadas atrocidades. Piensen ahora lo que les he dicho y pónganse realmente en su lugar. Tienen para hacer práctica los casos muy recientes de Venezuela, Ucrania y Siria, donde finalmente no han conseguido sus fines, y el de Libia, donde sí lograron sus propósitos: dividir, enfrentar, debilitar y arruinar al país, como también ocurrió en Yugoslavia. Piensen, como les decía, un poco en todo ello y luego analicen qué hacen y cómo responden ante lo que el cine, la televisión o la prensa les cuenta.
Para la comprensión de fenómenos como Al Qaeda y cómo se usan estos como fuerza mercenaria de choque y también como excusa para crear un enemigo con el que justificar las políticas de agresión enmascarándolas como políticas de defensa propia, todo ello en beneficio de los dirigentes occidentales que pueden actuar con impunidad sometiendo a países que se extienden a lo largo y ancho del planeta y también a la propia población nacional a la que tienen atemorizada y aturdida, les dejo con lo siguientes informes que les introducirán en tales asuntos:
Una vez comprendido todo esto podrán comenzar a entender lo que sucedió el 11 de septiembre de 2011 en Estados Unidos y, claro, lo que venía sucediendo antes y sucedió después. Este es un asunto que nos incumbe y nos importa a todos, porque las víctimas del 11S no fueron solo las que murieron ese día de septiembre en los Estados Unidos de América, sino que lo son además las que ya venían muriendo antes, las que han muerto después y las que podamos morir más tarde, pues la justificación de la "guerra contra el terror" es la justificación de la guerra de terror lanzada por los magnates occidentales contra todos nosotros, contra todo un mundo al que quieren controlar y someter. Y no debemos ni tenemos que permitirlo
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