miércoles, 7 de agosto de 2013

La credulidad, una mala costumbre humana


Los derechos humanos, los sentimientos humanos y sus emociones se usan para manipular a mucha gente que actúa en verdad de buena fe. Una organización como Amnistía Internacional ha utilizado los derechos humanos no para llevar la paz y la concordia al mundo, sino muchas veces para promover la confrontación y la propia guerra.  Ayudaron a provocar  la guerra en Libia y luego lo intentaron con insistencia en Siria. 

La facilidad para creer las cosas sin siquiera haber una leve muestra de veracidad que les dé algo de validez está demasiado arraigada en la mente humana.
Se cree por necesidad, por comodidad, por temor, por jerarquía y por otras diversas causas y motivaciones.
Muchas veces se juzgan las acciones y las palabras por la propia reputación o poder de alguien o algo, en vez de juzgar tal reputación por los propios hechos o palabras. Importa más quién lo diga que lo que realmente diga. Este tipo de juicio, que tiene realmente poco juicio, es debido al temor, a la obediencia y al sometimiento jerárquicos que se siguen en la sociedad.
La necesidad de creer es casi innata en el ser humano, ya la tenemos ahí desde niños.  La voluntad de comprobar y analizar, en cambio, está claramente menos extendida, entre otras cosas porque requiere más esfuerzo y un cierto grado de coraje para hacerlo. Y esto no todos estarán dispuestos a ejercitarlo. 
Las mentes de los hombres permanecen en gran medida infantiles en sus juicios, pero sin la inocencia propia de los niños.
Existe una gran variedad de casos y formas de credulidad, Carl Sagan, seguramente el mejor divulgador de la ciencia que haya existido en tiempos recientes, relata varios casos de ellos en su obra El cerebro de Broca. (1) Uno de estos, relacionado con las creencias espiritistas, se dio en el estado de Nueva York en el siglo XIX. Dos niñas que eran hermanas, Margaret y Kate Fox, tuvieron un enorme éxito por ser consideradas de ser capaces de comunicarse con el más allá, con los espíritus. Cuando se realizaban estas sesiones con las hermanas en presencia de público había sonidos que nadie de los allí presentes podía explicar, ni siquiera los más observadores. Cuarenta años después de haber comenzado con todas estas exhibiciones espiritistas, que las llevó a hacer gira por toda la nación empujadas por su hermana mayor, una de aquellas niñas, Kate, que ya era adulta, en un acto de valentía y de sinceridad redactó una declaración firmada mostrando que todo aquello fue un engaño. El engaño consistía en una habilidad natural que tenían para chasquear las articulaciones de los dedos de los pies o de los tobillos sin moverse. Esta habilidad empezó como una broma para asustar a su madre, pero después, una vez que los vecinos vieron poderes especiales en ello, las niñas no se atrevieron a decir, por temor, lo que realmente hacían. Luego vendría su hermana mayor, que consciente de todo y del negocio que podía tener con sus hermanas lo explotó. Como ven, detrás de la credulidad está muchas veces el engaño y la consiguiente explotación. Los seres humanos con menos escrúpulos han aprovechado esta debilidad desde el pasado más remoto hasta el tiempo actual.
Carl Sagan también cita, entre otros casos, el del caballo matemático, Hans. Un animal con unas cualidades especiales que vivió a principios del siglo XX en Alemania. Era capaz de responder correctamente a cuestiones que implicasen operaciones matemáticas básicas y a otro tipo de cuestiones donde había que seleccionar. El caballo podía hacerlo incluso cuando su amo no estaba presente y en lugares desconocidos para él, con lo que se descartaban los trucos que su dueño pudiese esconder. Y de hecho no había trucos o el truco en todo caso residía en que Hans era capaz de detectar las emociones y expresiones humanas, era un caballo muy observador, y así, si en una operación matemática el resultado era quince, el caballo iba golpeando con su pata una y otra vez hasta darse cuenta que al golpear por décimoquinta vez los seres humanos inconscientemente le mostraban la señal de que aquel era el momento en que tenía que parar. Todo esto tuvo lugar gracias al trabajado de adiestramiento esmerado de su dueño, que tampoco tenía mala intención ni era deshonesto, y a una capacidad poco común de un caballo para percibir el comportamiento humano. Cuando se hicieron experimentos más controlados vieron realmente lo que ocurría. Este caso, pese a ser un "engaño", es un engaño benévolo, porque no había mala fe en él, pero que muestra que es necesaria una observación y experimentación más rigurosas para entender las cosas y los problemas. Que es necesaria la práctica de la ciencia, de la crítica y de la comprobación continuas, incluso en nuestra vida cotidiana. Es el modo de evitar los errores y estafas.
En la vida no todo es tan inocente como en el caso de Hans, de ese caballo tan listo, la credulidad se puede pagar muy cara y, especialmente, se puede hacer mucho daño con ella. Esta facilidad de creer las cosas, empujada por la exaltación de las emociones, puede causar verdaderos estragos, puede mover a la gente de forma inconsciente a hacer o dar conformidad a actos realmente terribles.  De hecho, el poder económico, político y religioso han explotado desde los orígenes de la misma humanidad este punto débil de la gente. Hoy en día esto está más en auge que nunca, se manipula y se engaña a las personas de una forma asombrosa, siendo ellas completamente inconscientes de ello. ¿Cómo se hace?, principalmente apelando a los sentimientos humanos, y, ¿por qué medio se hace?, ¿cómo se lleva a cabo?, utilizando los llamados medios de comunicación que están omnipresentes en todos los hogares y lugares y, a su vez, utilizando a organizaciones que teóricamente tienen como misión defender los derechos de las personas y velar por ellos. Si quieren ver cómo actúan estos medios de comunicación les recomiendo este enlace: medios de comunicación y engaño. Para ver la forma en que las organizaciones apodadas como humanitarias han conducido incluso a guerras de forma nada inocente, les recomiendo estos otros:  La manipulación emocional de las personasAmnistía Internacional: su actuación en la guerra de agresión sobre Libia y Amnistía Internacional.
Ante tal situación, les aconsejo que antes de lanzarse a creer algo o apoyar determinada campaña, por muy sentimental y justificada que pueda parecer, comprueben realmente lo que se dice. Vean si el escrito, la supuesta información que se transmite, es rigurosa, con datos o por el contrario es imprecisa, vaga, si da o no da nombres concretos con lugares concretos que se puedan verificar. Vean si hay fuentes que se puedan contrastar. Vean también si se ofrece solo la versión de un lado y no la del otro. Necesitarán escuchar a todas las partes, no solo a una. Distingan opiniones de hechos. Analicen si lo que se denuncia está justificado o no, si eso mismo por lo que se elevan airadas protestas si se hiciese en su país o en su ciudad se permitiría o no. Presten atención a esto, porque muchas de estas organizaciones de derechos humanos y los medios de comunicación aplican una doble vara de medir, denuncian muchas veces como derechos y libertades actos que claramente son delictivos y condenables en cualquier país.  Les pongo estos tres ejemplos:  Pussy Riot y la habitual hipocresía occidentalAmnistía Internacional en Venezuela: ¿defendiendo la libertad de expresión? y ¿La libertad de expresión en peligro?
Si hacen estas cosas tan sencillas de comprobar un poco lo que leen, oyen o ven y tienen un poco de sentido común, podrán ver que buena parte de la información y de las denuncias que se reciben por estos medios y organizaciones no tiene base. En realidad, cualquiera desde su casa  podía haber inventado tal informe o artículo, poniendo lo que quisiese, sin aportar una sola prueba, como efectivamente así ocurre.
Sean por favor un poco más críticos, un poco más responsables, que no los muevan cual marionetas de aquí hacia allí, entre otras cosas porque todo esto ha provocado la muerte y el sufrimiento reales de mucha gente inocente, de gente que nada les había hecho a ustedes y, que no se les olvide, son tan personas y tan importantes como son ustedes o yo.

Notas:
(1) Carl Sagan. El cerebro de Broca. Crítica. 1999.

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