lunes, 10 de diciembre de 2012

La guerra de África relatada por Ramón J. Sender. Parte III


En esta tercera parte dedicada a la guerra de África, llevada a cabo contra los africanos pero también contra los propios españoles, a los que se les quitaba la vida a su juventud en sus años de mocedad y se arrebataban también los bienes que deberían ser para uso y mejora pública y que por el contrario eran destinados a sufragar este pillaje y crimen envueltos en corrupción; en esta tercera parte que comento, se verá como la alegría en el mundo, e incluso en la propia guerra, va por barrios. De la carnicería se beneficiaban los altos mandos militares y los empresarios sin escrúpulos que hacían y siguen haciendo negocio con ella, además también de los demagogos que apelaban al espíritu patrio para defender y favorecer en realidad sus intereses privados. 
En las profundas descripciones que hace Sender del escenario de la guerra, tenemos por ejemplo esta, donde otros seres vivos, como los cuervos, gozaban de una época de esplendor a costa de las miseria humana.  
Las primeras brigadas de cuervos acuden de los barrancos de Annual al reclamo de los cañones y forman su guerrilla en tierra. A fuerza de comer carne de soldado deben entender de mili. En lo alto de cada poste del teléfono hay uno. Todos gordos, relucientes, con gritos de hartura, como eructos. La hilera de los flancos ha quedado reducida a cuatro o cinco soldados. Los que cayeron antes no dormirán solos. 1
Y cierto que los córvidos entendían de mili, seguramente mucho más que los  ignaros voluntarios que iban a ella o que los presentes españoles que lo han olvidado, si es que algún día supieron algo de su propia historia. No obstante, poco se les  puede reprochar a estas aves, cuyo único fin era alimentarse para mantenerse vivas y no enriquecerse con   la muerte y sufrimiento de sus congéneres, como hacían  los seres humanos.
En medio de la tragedia humana que es la guerra se viven y se presencian momentos de trágica belleza mezclados con un sentimiento de profundo desasosiego, por las absurdas y disparatadas actuaciones de la naturaleza humana.    
Ahora la luz es más tenue y los estallidos, casi rojos, se ven mejor. La dulzura del paisaje es una apariencia hipócrita, porque hacia la izquierda se puebla el horizonte de sombras azulencas, y en la inmensidad desierta y desolada las granadas sondean el silencio y averiguan hasta qué dramáticos infinitos llega. 1
Lo absurdo de la guerra para los que fueron a ella engañados con sentimientos nobles, cargados de patriotismo y de respaldo religioso, termina por mostrarse. En medio de la guerra, del sufrimiento y del horror que se desata en ella, ya no hay sitio para la mentira y el engaño. Ya nadie se engaña.
Viendo este silencio, estos pasos falsamente enérgicos con los cuales el oficial demuestra al capitán, al comandante, su espíritu militar, esa alineación correcta, se piensa que todo este ceremonial entre piojos, miseria, hambre, harapos, es una pesada broma de locos. Nadie se engaña en el fondo. No hay ya uno solo que crea en la necesidad de nada de esto. Todos saben, además, lo que aguarda fuera. Dan ganas de gritar: «¡Es más cómodo para todos romper filas y pegarnos un tiro!» 1
Sin embargo, hoy, un siglo después, la gente, la gente que incluso se llama progresista, sigue engañando y engañándose con la guerra; y se aprueba, incluso se justifica, como algo necesario, hasta loable. Olvidando los verdaderos y sórdidos motivos del origen y la perpetuación de la guerra. Los motivos egoistas de poder y riqueza, sin importar el verdadero y real sufrimiento humano. 2, 3, 4, 5 

Notas:
(1) Ramón J. Sender. Imán. 1930.
(2) Mikel Itulain. El mal ejemplo de Democracy Now!, y de la izquierda. 11.11.2012. Blog 
(3) Mikel Itulain. Los intereses económicos detrás de la guerra en Siria. 28.10.2012. Blog
(4) Mikel Itulain. El papel de Amnistía Internacional en la guerra contra Siria. 9.9.2012. Blog
(5) Mikel Itulain. La izquierda, la crisis y la justificación del colonialismo por motivos humanitarios. 20.7.2012. Blog

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