sábado, 31 de enero de 2015

¿Siempre es defendible la resistencia pacífica?


Es fácil hablar de la no violencia, de la paz y de la resistencia pacífica cuando no tienes alguien delante que amenace tu vida; como puede ser cuando hablas en un bar con los amigos o cuando debates en la seguridad de un despacho.
Sin embargo, si los que vienen a por ti no manifiestan buenas intenciones y sus formas son incluso peores que sus intenciones, entonces las cosas cambian.
¿Queremos ponernos en el lugar de cualquier habitante de Libia o de Siria cuando sufrieron y siguen sufriendo una despiadada invasión de mercenarios sedientos de sangre  y crueldad?
¿Cómo reaccionarían ustedes si las personas de los vídeos siguientes, agredidas y asesinadas, que muestran hechos reales sobre Libia o Siria, fuesen ustedes mismos, su hermano o hermana, o su mejor amigo? Díganmelo sinceramente.


Otras atrocidades en Siria con la complicidad occidental

Lo mismo podríamos decir en Ucrania, donde el fascismo en toda su brutalidad ha vuelto, y lo están sufriendo los habitantes de toda Ucrania y especialmente los de Donbass.

Ucrania: el retorno del fascismo a Europa

Mariupol

El debate de la no violencia, de la resistencia pacífica, es largo, tan extenso como la misma historia humana, y claro, como todo, depende de la situación. Y ante situaciones donde no es posible el diálogo, donde ya no queda otra alternativa, los seres humanos, por instinto natural y también racional, se defienden. Y para esa defensa normalmente requieren el uso de armas, porque el agresor las suele llevar consigo. Es, como vemos, un caso de defensa, no de agresión.
Para su análisis les voy a poner un ejemplo aleccionador, el de Charles Stearns, una de las figuras, como indica Domenico Losurdo, más rigurosas del movimiento no violento y abolicionista del siglo XIX. Tal era su convencimiento y decisión que fue llevado a la cárcel porque se negó a formar parte de la milicia  y a pagar la multa. Esto decía él:
Siempre pueden practicarse la no resistencia y el rechazo a obedecer al diablo. 1
No obstante, Stearns, como casi todos nosotros, terminó por enfrentarse a una situación insalvable.
¿Los seguidores de la no violencia pueden asistir sin reaccionar a la expansión de la esclavitud? ¿Pueden ver como hieren y matan a quienes intentan oponerse a ella? 1
Cuando la guerra ya es inminente cambia su opinión y no por ello podemos acusarle, pues en esta situación extrema actúa de forma justificada como persona cabal y valiente. 
No participo en los preparativos de la guerra, pero temo que, si estalla la lucha, no seré capaz de permanecer al margen y ver morir a mis hombres sin coger un fusil y apretar el gatillo. 1
Sin embargo, lo que ya no podemos admirar es la justificación que se crea para conciliar su creencia en la no violencia con esta nueva actitud. Ya que esta se basa en rebajar a sus enemigos a la categoría de no humanos, calificándolos como "demonios", que "no son hombres, sino animales salvajes".
La no resistencia solo prohíbe quitarle la vida a un ser humano. Pero Dios no se refería a estos demonios, descendientes de Satanás, a quienes se debe de matar como si fueran leones o tigres. Siempre he dicho que mataría a un animal salvaje. Si ataco a los seres infernales procedentes de Missouri, lo haré basándome en el mismo principio [...] No lo haría si fuesen enemigos corrientes, pero ellos no son hombres, sino animales salvajes [...] Siempre he amado a todos los hombres, pero estos locos sinvergüenzas, borrachos por más señas, no son hombres. 1
Todos, creo, que conocemos las trágicas consecuencias de esta injustificable justificación de Stearns. Justificación tan antigua como la especie humana. Los romanos la utilizaron para aniquilar e invadir al resto de los habitantes de Europa, Oriente Medio o África, los nazis la emplearon para eliminar a los habitantes de Europa Oriental, como también la utilizaron la Iglesia católica y los fascistas para eliminar a todos los españoles que no aceptaban las imposiciones del golpe fascista de la España de 1936, o como ocurrió con el mismo genocidio de los nativos norteamericanos por los colonos europeos.

Sobre la actitud de personas tan admiradas por algunos, como Gandhi, que ayudó de forma decidida al reclutamiento de sus paisanos durante la Primera Guerra Mundial que tenía lugar en Europa y que además participó en al represión contra los zulúes en África, porque entre otras cosas era una persona con fuertes sentimientos racistas hacia las personas de piel más oscura que la suya, recomiendo la obra de Losurdo a la que hago referencia, con el fin de ver que no hay excepciones, sino situaciones  más o menos excepcionales. Una vez más la diferencia es de grado. Sobre otro mito occidental, aunque no mundial, tenemos también al Dalai Lama, realmente poco ejemplar.

Notas:
1. Domenico Losurdo. La cultura de la no violencia. Península. 2011. pp.28-29.



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