Españoles ultrajando a las mujeres, según la prensa corporativa.
Los nacientes Estados Unidos ya competían con las
potencias europeas y de ellas iban a heredar su ambición guerrera y
expansionista, así como los medios de persuasión y propaganda utilizados para
justificar tales campañas bélicas, los llamados medios de comunicación.
España ya era un imperio en declive, pero todavía poseía
territorios largamente deseados por EE.UU., Filipinas era uno de ellos, pero en
especial lo era Cuba. Esta isla era una antesala
a la costa este estadounidense y tanto para el control del Caribe como por la propia
riqueza de la isla, suponía un sueño anhelado por el mundo empresarial norteamericano. En la isla pronto se asentaron ciudadanos estadounidenses que comenzaron a
comprar terrenos para crear grandes plantaciones.
Es a finales del
siglo XIX cuando el malestar por la ocupación española termina en una
insurrección. Esto es visto con buenos ojos por el gobierno de EE.UU., no
porque deseasen que Cuba realmente lograse su libertad, sino porque veían la
oportunidad para ocupar el lugar de España. Hasta entonces no lo habían
intentado ellos directamente por la vía militar porque tenían miedo a la
respuesta europea, especialmente a los británicos. Son cautelosos, y entre el
apoyo disimulado a la revuelta y el recelo que tenían sobre los
revolucionarios, que eran principalmente antiguos esclavos negros, dejan que se
vayan desarrollando los acontecimientos. No obstante, la campaña para
intervenir ya se había activado en el país, en ella se aludía a una lucha por
la libertad y contra la tiranía española. Cuando la situación se vuelve
peligrosa para el empresariado, debido a que la revolución puede convertirse en
algo similar a lo que pasó en Haití, donde los esclavos negros consiguieron la
independencia de los franceses y el control del poder, la administración
estadounidense se pone en marcha para la guerra. Y como en toda guerra se
necesitan pretextos, EE.UU. entonces decide enviar, en enero de 1898, un buque militar, el Maine,
al puerto de La Habana, con la excusa de que van allí para proteger a los
ciudadanos estadounidenses de la isla. En el mes de febrero el buque es hundido
y estalla la ira en el país norteamericano, acusando a los españoles de “sucia
traición”. En realidad nada probó entonces, ni tampoco después, que los
españoles tuviesen algo que ver con tal acto. “Por casualidad” el cargamento de
armas y explosivos estaba junto al depósito de carbón y estalló por una
explosión interna. No hace falta decir a
quien favorecía esa explosión. Enseguida los periódicos comenzaron una intensa
campaña de acusación hacia España, clamando por la intervención militar.
Destacaron entre estos “periodistas”: William Randolph Hearts y Joseph
Pulitzer, que utilizaron el sensacionalismo en vez de realizar una información
objetiva, era la propaganda de guerra, tal y como es hoy en día también. Hablaban de violaciones, abusos y
asesinatos, mostrando la monstruosidad y barbarie de los españoles. Esto lo acompañaban
con imágenes, dibujos o fotos que provocaran una exaltación de la
irracionalidad y el odio hacia lo español. El propio Hearts contrató a un
fotógrafo que envió a Cuba y al comentarle este que no había guerra que
fotografiar, Hearts le respondió:
Tú
preocúpate de las fotos que yo me preocuparé de la guerra (1)
Si no hay guerra se inventa y si no hay conflicto se
provoca. Todo esto mostraba la nula voluntad de
informar del periodista, y en realidad de buscar deliberadamente la
manipulación de la información. Esto recuerda al caso de Libia en el año 2011, donde
se aclamó tanto por los grandes medios de comunicación audiovisuales, por ejemplo la BBC o la
propia televisión española, TVE, así como por la prensa escrita: El País, ABC o
La Vanguardia, etc., y por organizaciones humanitarias, como Human Rights Watch, que Gadafi había
bombardeado a civiles en Trípoli causando centenares o miles de muertos.(3)
Los vecinos que vivían allí, así como
algún periodista que se desplazó al lugar de los supuestos hechos para
comprobar si aquello era cierto, negaron que hubiesen sucedido tales bombardeos
o ataques a la población. Las observaciones por satélite también lo
desmintieron.(2) Los telediarios, los periódicos y otros medios, no
obstante, siguieron a lo suyo, encargándose de promocionar e instigar la
guerra. “Tú preocúpate de las fotos que yo ya me preocuparé de que haya
guerra”, ese fue su lema, hasta que al final obtuvieron lo que deseaban, la
guerra y la brutalidad que la acompaña.
No es extraño tampoco que a otro “periodista” del estilo
de Pulitzer y sus colegas, Roy Gutman, le diesen precisamente el premio
Pulitzer, el que lleva el nombre del periodista sensacionalista, por una
descarada manipulación fotográfica durante la guerra contra Yugoslavia a final
del siglo XX; en la que se trataba de mostrar la existencia de un campo de concentración creado por los
serbios, aunque en realidad no había tal campo. Se trataba de hecho de una zona de refugiados, libres en sus
movimientos, que el periodista trató de mostrar, manipulando y falsificando la realidad, como un centro al estilo de los
que llevaron a cabo los nazis en otros tiempos; para ello se situó detrás de la
alambrada de un campo agrícola adyacente
y fotografió a algunas de los hombres
presentes allí, tomando como centro de la imagen a una persona enferma,
posiblemente con tuberculosis.(4) Se premiaba con el Pulitzer la deshonestidad
periodística, tal vez sea ese el motivo real del premio, haciendo honor a su
nombre.
Todos estos supuestos periodistas lo que hacían y hacen
en realidad era servir a los intereses del mundo de los más poderosos, que
deseaban que la guerra se diese porque resultaría muy provechosa para sus
intereses económicos. Años después de la guerra en Cuba, el que fue presidente
de la Oficina de Comercio Exterior del Departamento de Comercio estadounidense
reconocería que:
La
guerra entre Estados Unidos y España no fue sino un incidente de un movimiento
general de expansión, que tenía sus raíces en el nuevo entorno de una capacidad
industrial mucho mayor que nuestra capacidad de consumo doméstico.(5)
Se reconocen las causas de las guerras tiempo después,
cuando ya no hay peligro de que el proyecto se malogre o los causantes puedan
ser acusados y procesados. Pero cuando suceden, prácticamente nadie le presta atención a ello,
a estas causas reales, a las económicas, generando así en el futuro un nuevo
ciclo de guerras con similares justificaciones y similares motivaciones.
Definitivamente el ser humano no aprende ni de su propia historia. Así, la anarquista y feminista Emma Goldman se lamentaba de cómo la misma izquierda contribuyó a otra guerra comercial encubierta en deber humanitario:
¡Cómo bullían de indignación nuestros corazones contra los malvados españoles! Pero cuando se hubo disipado el humo, enterraron a los muertos y pasaron la factura de la guerra a la gente con un aumento del precio de los productos y los alquileres -es decir, cuando se nos pasó la embriaguez de nuestra juerga patriótica- de repente caímos en la cuenta de que la causa de la guerra hispano-americana era el precio del azúcar... que las vidas, la sangre y el dinero del pueblo americano se usaron para proteger los intereses de los capitalistas americanos.(5)
¡Cómo bullían de indignación nuestros corazones contra los malvados españoles! Pero cuando se hubo disipado el humo, enterraron a los muertos y pasaron la factura de la guerra a la gente con un aumento del precio de los productos y los alquileres -es decir, cuando se nos pasó la embriaguez de nuestra juerga patriótica- de repente caímos en la cuenta de que la causa de la guerra hispano-americana era el precio del azúcar... que las vidas, la sangre y el dinero del pueblo americano se usaron para proteger los intereses de los capitalistas americanos.(5)
Obviamente también había oposición a esta guerra, a la
cual veían como un modo de ganar más dinero y poder por parte de los hombres
ricos que dirigían el país, enviando a la lucha a los más desfavorecidos de la
sociedad para que matasen a personas en favor y beneficio de aquellos que los
enviaban. Un socialista escribía en el Voice
of Labor de San Francisco:
Es
terrible pensar que mandarán a los pobres trabajadores de este país a herir y
matar a los pobres trabajadores españoles, solo porque unos pocos dirigentes
les inciten a hacerlo.(5)
Pero la incesante campaña en los grandes medios de
comunicación a favor de la guerra con
España dio su resultado. A diario se llenaban las páginas de los periódicos con
imágenes y titulares impactantes, mostrando las supuestas atrocidades de los
españoles y recordando el slogan “Recuerda el Maine, al infierno con España”.(6)
La guerra volvió a ser muy provechosa para la élite
estadounidense, ya que no solo se hicieron con Cuba, sino que también les dejó
en sus manos Puerto Rico, Guam y más tarde las Filipinas. El Caribe y el
Pacífico se abrían por la fuerza militar al mundo empresarial norteamericano.
Que duda cabe que de esta “guerrita espléndida”, como la
calificó el secretario de Estado John Hay, aprendió muchas cosas la élite
estadounidense y de aquí en adelante no pararon de fomentar guerras y de
extender su influencia. Las guerras resultaron ser muy provechosas para sus
intereses egoístas. No tardaron las compañías estadounidenses de la minería, de
la construcción, del ferrocarril y las azucareras y tabaqueras en ocupar la
isla y hacerse con todo su control. La United Fruit y la American Tobacco acapararon los mejores terrenos de cultivo y la
Aceros Bethlehem controló los
recursos mineros.(5)
¿Piensan ustedes que el gobierno de Estados Unidos lanzó esta guerra para acabar con el calificado como dictador y carnicero Weyler, el líder de los españoles en Cuba?
Weyler, el bruto, el devastador de haciendas, el destructor de familias y ultrajador de mujeres... Despiadado, frio, exterminador de hombres.(7)
¿No les suena esta cantinela aplicada no al español Weyler, sino a otras personas: a Gadafi, a Assad, a Milosevic...? ¿No se la tragaron o se la han tragado de pe a pa? ¿Sabían algo de esta historia, de esta historia interminable de las guerras "humanitarias"? En ningún caso de estos hubo motivos humanitarios en las guerras que tuvieron lugar, aunque Weyler fuese culpable de llevar a cabo medidas drásticas para ganar la guerra que desbordaba a los españoles. Guerra que fue apoyada y empujada por Estados Unidos para hacerse finalmente con el control de la isla.
Comparen estas dos imágenes: la de los "carniceros" españoles, por la improbada acusación del atentado del Maine, con la del "carnicero" Assad, por los crímenes de Houla que cometieron los extremistas islámicos financiados desde el exterior. ¿Cuál es la diferencia? o ¿cuál es la similitud?. ¿Por qué sigue funcionando esta parodia e infamia de periodismo?, ¿por la ignorancia histórica y de sus hechos pasados y presentes?
El "carnicero" español ante el atentado del Maine
El "carnicero" Assad, acusado por The Independent en mayo de 2012 de la masacre de Houla.(8) Aunque dicha masacre fuese obra de los terroristas islámicos que tanto apoya la prensa occidental.(9), (10)
Notas:
El texto corresponde a la obra de Mikel Itulain. Justificando la guerra.
El texto corresponde a la obra de Mikel Itulain. Justificando la guerra.
(1)
Imperialism
and War: American Foreign Affairs 1895-1920.
(2)RT. No sign Gadafi bombing Tripoli.
http://www.youtube.com/watch?v=hDt92tR2YnA&feature=player_embedded
(4) Thomas
Deichmann. The picture that fooled the world. Nato in the
Balkans. Voices of Opposition. New
York: International Action Center, 1998.
(5) Howard Zinn. A People History of the United States. New York: Harper Collins Publication, 2003.
(6) Richard Sanders. How to Star a War: The American Use of
War Pretext Incidents. Global Research, January, 9, 2012.
Coalition
to Oppose the Arms Trade (COAT) - 2002-05-02.
(7) Shannon Jones. Lessons of the Spanish-American War, the first US "humanitarian" intervention. World Socialist Web Site. 17.5.1999.
(8) The Houla Massacre. Media Lens. 31.5.2012. Enlace
(9) The Houla Massacre: the disinformation campaign. Global Research. 13.06.2012. Enlace
(10) Diez mentiras sobre la masacre de Houla. CIAR. Boletín 463. Diciembre 2012 Enlace
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