viernes, 22 de febrero de 2019

El mundo del espectáculo y lo que sucede en Venezuela

Obama y Richard Branson, cuando los políticos sirven no a la democracia y al servicio público, sino a los intereses corporativos y reciben su recompensa

Siempre habrá gente que por dinero, prebendas, agasajos, fama o supuesto prestigio social o intelectual  hará lo que vea y crea necesario para conseguirlos. Se adapatará a lo que sea y hará lo que sea, sin importar que principios morales o éticos vulnera, atendiendo a la "razón" de que si no le gustan estos principios puedo tener otros.
Los diferentes tipos de artistas, como por ejemplo los de la música, la pintura, la escultura o especialmente también de la escritura, suelen buscar el favor y apoyo de sus mecenas, de las grandes fortunas. Para ello les sirven deleitándoles con sus cualidades y habilidades, y además, cuando la situación lo requiere, les hacen favores de otro tipo. Aquí nos centraremos en los momentos en el que el artista abandona su especialidad y se adentra en el terreno político. Ocurre frecuentemente cuando quienes dirigen el mundo de la economía, en el momento actual las corporaciones, encuentran dificultades para implantar su agenda y lograr sus objetivos, que son en el fondo los económicos. Así está sucediendo ahora en Venezuela, donde pese a que trabaja toda la inmensa maquinaria mediática, en su mayoría absoluta controlada por las familias más ricas, las 24 h atacando y difamando al Gobierno bolivariano de Venezuela, no logra los resultados deseados, primero porque la solidez del chavismo en Venezuela es la de una roca y segundo porque los habitantes occidentales no tienen muy claro eso de entrometerse en Venezuela, viendo los precedentes en otros países y viendo que lo que les cuentan sobre la nación de América del Sur no cuadra demasiado con la realidad. Es por este segundo motivo por el que los dirigentes corporativos buscan otras vías más creíbles y efectivas para poder cambiar la opinión pública occidental, de modo que esta finalmente devenga hacia si no un apoyo a una invasión y ataque a Venezuela, al menos a un consentimiento. Como los medios de comunicación no tienen credibilidad y las organizaciones humanitarias ya ve hasta el menos avezado que trabajan por los intereses de sus financiadores y no por los derechos humanos, se busca que la opinión de personas de relevancia social por su talento cambie lo que bulle y se habla entre la gente. La música  es el instrumento perfecto para tal menester, llega a cualquier clase social y tiene poder de convicción, especialmente sus estrellas. Y de hecho ahí los tenemos desde hace ya algún tiempo con este trabajo que no es el suyo y que en vez de dignificarlos los ensucia todavía más. 
Vemos al músico dominicano Juan Luis Guerra, muy popular en España en los 90, hacerle el juego al magnate de las finanzas musicales Branson y recibiendo las agudas respuestas de los que piensan más  con la razón y el corazón que con otros más oscuros sentimientos. 


Haití, en verdadera situación desesperada fruto de la colonización occidental actual es motivo de olvido, al igual que su patria, la República Dominicana, donde tantas y tantos jóvenes han tenido que recurir a la prostitución para calmar su hambre fruto de la severa pobreza originada por la desigualdad social.
A Guerra le recuerdan, que si no sabe o no quiere saber de lo que habla, no intervenga para provocar un enorme sufrimiento y destrucción  que solo los enamorados de la muerte y de la codicia desean,  que son los que promueven estos conciertos en la frontera colombiana; un país precisamente, Colombia, en la mayor ruina y violencia social.


Que personajes como Miguel Bosé, Alejandro Sanz, Maná u otros busquen protagonismo utilizando espúreamente este tema, incluso deseando la muerte al presidente elegido democráticamente por l@s venezolan@s, nos indica su grado de degradación. Todos ellos han tenido la respuesta adecuada, aunque silenciada o tergiversada en lo posible, de los lectores críticos y también de los artistas honestos ante esta nueva ola de propaganda de la guerra.


Roger Waters valientemente y razonadamente nos decía que hay que dejar en paz al pueblo de Venezuela, pues ellos y ellas tienen una verdadera democracia, que no les gusta a los que prefieren el privilegio propio y la miseria ajena, pero que por eso precisamente es una democracia.
El concierto de Branson y compañía, y otras campañas y eventos en su línea, nada tienen que ver con las necesidades de las personas venezolanas, nada con la democracia, la libertad o los derechos humanos. Que serán utilizados y utilizadas con otros fines bastante inconfesables. 



PS:
Sobre el reality show y las mentiras contadas con la operación de propaganda para provocar el enfrentamiento y finalmente la guerra en la frontera venezolana.
Sobre el papel de los artistas en la promoción y apoyo a los conflictos bélicos.
La ayuda humanitaria de Venezuela.

1 comentario:

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