Todo sistema social, con sus poderes económicos, políticos o religiosos, necesita si quiere pervivir que quienes forman parte de él, las personas, acepten o toleren el modo en que estos interpretan las relaciones sociales dentro de esa comunidad y de cómo lo son con otras comunidades exteriores. Aunque esto sea bastante común y con cierta lógica, menos común es que seamos muy conscientes de que nuestra interpretación del mundo más cercano y del más lejano está vinculada profundamente a los intereses particulares de las clases dirigentes. Inculcada desde la escuela y hoy en día especialmente a través de los medios de comunicación, se acaba asimilando como algo natural esta visión, sin haber pasado siquiera un leve filtro de comprobación. Especialmente arraigada tenemos en occidente la creencia de que debemos intervenir en otras partes del mundo, en el denominado mundo no desarrollado, para aportarles nuestro conocimiento y forma de hacer las cosas, de modo que esto posibilitará también su progreso.
Así, en el actual sistema neoliberal del capitalismo, se nos hace creer en la idea de la superación personal, de los esfuerzos individuales (que están muy bien), pero como solución para problemas que están lejos de un trabajo o desarrollo particular, por ejemplo ante las desigualdades a escala mundial. En vez de pensar, que además de estas propuestas puede haber opciones más racionales y efectivas: analizar nuestros sistemas políticos y económicos, o las relaciones de explotación y dominación, como indica Tristan Biehn. 1 Porque seguramente más que fallar nuestra voluntad o esfuerzo, falla el conocimiento real de lo que tratamos, junto al método y la organización para hacer algo efectivo.
Cuestionar tales aspectos en nuestra sociedad no es tarea fácil. Quien lo hace se enfrenta a las descalificaciones y proscripción de todo un coro de aduladores bien pagados y tanto mejor difundidos, que tratarán de hacer poco creíble o intentarán ridiculizar a quien o quienes planteen preguntas que remuevan algo los cimientos de la injusticia de la estructura social presente. Sin embargo, no habrá problema de la comunidad, del país o de la relación con otras naciones que pueda resolverse si lo descontextualizamos de sus bases políticas, culturales o económicas.
Respecto a nuestra actuación y pensamiento hacia otros culturas del planeta, principalmente sometidas históricamente a la nuestra, aunque esto último se suele ignorar de forma deliberada o no, se puede apreciar que principalmente en la juventud calan unos mensajes tan poderosos como engañosos.
Los mensajes refuerzan una imagen deseada de la juventud occidental como un poderoso actor, un ímpetu para el cambio y una inspiración para las poblaciones victimizadas objetivo, desfavorecidas y estancadas, en cualquier parte. 1
Esta circunstancia la vemos hoy en día con abundante frecuencia. Multitud de jóvenes, muy "preparados", y llenos de buena voluntad se enrolan en organizaciones "humanitarias " con el propósito de hacer mejor un mundo al que ven lleno de problemas e injusticias. Ell@s se ven capaces de cambiar esta situación por su preparación. Ell@s suelen ignorar que precisamente esa formación recibida en colegios, universidades, estudios de postgrado o incluso en la organizaziones en las que se enrolan, suele ser precisamente la que los y las incapacita para solventar lo que con afán y decisión quieren resolver. Y es precisamente porque esta educación recibida ha estado sometida y ha sido aprobada por quienes dirigen los sistemas políticos y económicos generadores de las injusticias que presuntamente se pretenden corregir. No se va al origen de tales anomalías y se establecen vagos objetivos, más pensados en el denominado y supuesto crecimiento o desarrollo personal, que en algo medible, contrastable y efectivo sobre el entorno en que se ha actuado. De este modo no es extraño, al igual que ocurre en la política, ver la utilización muy frecuente de palabras que pueden ilusionar pero que no aportan concreción, como "cambio". Basta mirar a como la Cross Cultural Solutions, una destacada entidad en el voluntariado internacional, utiliza ese término quince veces en un mensaje de 237 palabras. Y según su filosofía el cambio, se supone que a mejor, aunque sin especificar mucho de para quién, no vendrá mediante actuaciones de gran alcance, por medio de las estructuras que debían teóricamente llevarlas a cabo: los estados, Naciones Unidas..., sino a través de acciones personales solidarias y amables. 1
Salta a la vista, y no hace falta ser un gran observador, que este tipo de organizaciones no gubernamentales tratan de arrogarse y usurpar funciones propias de grandes estructuras sociales locales, nacionales o internacionales, sin haber sido elegidas o aprobadas por la población. Se trata de un comportamiento ilegítimo, antidemocrático y poco honesto, muy típico de las ONGs; que además se convierten con asiduidad en fiscales y en jueces, lanzando acusaciones y dictando sentencias y obligaciones a instituciones legítimas, cuando ellas no lo son.
Se convierten así la organizaciones no gubernamentales en caballos de Troya mediante las cuales poderosos magnates tratan de influir y condicionar las políticas de una entidad local, nacional o internacional, utilizando los derechos humanos y las buenas intenciones de muchas personas, que no son muy conscientes de su función final, saltándose los procedimientos e instituciones democráticas.
PS:
Pueden verlo aquí en numerosos ejemplos: ONGs.
1. Tristan Biehn. Who Needs Me Most? New Imperialist Ideologies in Youth-Centred Volunteer Abroad Programs. Good intentions. Chapter 3. Alert Press. 2014.
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