sábado, 9 de mayo de 2015

Día de la victoria: Setenta años de la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial


Cada ser humano que ama la libertad debe más agradecimiento al ejército rojo del que pueda pagar durante su vida.

Con este mensaje Ernest Hemingway recordaba algo cierto, que fueron los enormes sacrificios y cruentas luchas de los rusos, bielorrusos, ucranianos y otros aliados eslavos, los que causaron la derrota del nazismo. De otro modo, hubiese continuado este régimen con sus masacres y seguramente hubiese llegado a un acuerdo con los EE.UU., quedando impunes sus crímenes. Hoy tendríamos el nazismo con todos sus horrores y tal vez nos parecería algo normal, incluso a muchos historiadores como algo necesario y beneficioso para salvar a la civilización occidental.
 No hay más que recordar las bajas humanas para ver quién dio más y quién sufrió más, si bien los judíos, de diferentes nacionalidades, padecieron un holocausto, con en torno a seis millones de muertos, los países eslavos como Rusia o Bielorrusia tuvieron unas bajas mucho mayores, que hoy se estiman de veintiséis a veintisiete millones de personas. En Estados Unidos no llegaron a las trescientas mil y en Gran Bretaña en torno a cuatrocientas mil. Todo esto dice  mucho de cómo fue la guerra y cuáles eran los actores y objetivos principales. 
Si Alemania no hubiese declarado la guerra a EE.UU., seguramente la muerte de Hitler la tendríamos registrada como la de un ser normal, en su cama rodeado de sus seres queridos y recibiendo en los diarios, televisiones y radios abundantes recordatorios adulatorios sobre su persona, y hoy los libros de texto escolares hablarían de su gran visión de futuro y de los grandes avances que acometió. Las víctimas apenas serían nombradas y solo aparecerían con cierto rigor en libros desarrollados por expertos o por defensores de los derechos humanos, que no tendrían apenas difusión en los grandes medios de comunicación.
Los ejércitos de la Alemania nazi contaron con la ayuda, para la invasión y derrota de los “judeo-bolcheviques” (definición nazi de la Unión Soviética), de ejércitos de Croacia, España, Flandes o Hungría, pero fueron especialmente alentados y empujados por las corporaciones estadounidenses y europeas que les suministraban la financiación, el armamento y la logística para llevar el mayor ataque conjunto de la historia militar, con el fin de acabar con el gobierno comunista en la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. 1


Respecto al enfrentamiento entre Estados Unidos y la Alemania nazi, no buscado en absoluto por Estados Unidos, hay que tener presente que lo sucedido en Pearl Harbour, pese a ser claramente una provocación a Japón deliberadamente preparada, no implicaba una declaración  de guerra a Alemania, que el mundo de los negocios no deseaba, porque el pacto entre las potencias del eje era de ayudarse si alguno de ellos era atacado; y este en principio no era el caso, pues aquí Japón aparecía como agresor. Que Hitler declarase la guerra tres días después de la declaración de guerra de EE.UU. a la potencia nipona fue algo inesperado y se debió a una estrategia militar que decidió en ese momento el ejército alemán, con el supuesto objetivo de abrirle dos frentes a  la URSS con la ayuda de Japón. 3
La visión de los dirigentes estadounidenses en relación a esta guerra la expresaron adecuadamente miembros muy influyentes como Henry Ford, cuya empresa, la conocida Ford, hacía grandes negocios con el nazismo:

Ni los Aliados, ni el Eje deberían ganar la guerra. Los USA deberían proporcionar a ambos campos los medios para continuar combatiendo hasta que ambos se hundiesen. 2

El que se convertiría en presidente estadounidense, Truman, iba en la misma línea, expresándolo de una forma tremendamente inhumana ya en 1941:

Si Alemania gana, debemos ayudar a Rusia y si Rusia gana, debemos ayudar a Alemania, a fin de que mueran el máximo de personas de cada lado. 2

Fue solo cuando el mundo de los negocios norteamericano vio el peligro que había  tras la derrota de Alemania contra Rusia, cuando urgió a la intervención militar en Europa; porque iban a perder su capacidad de control y sus enormes negocios en el viejo continente, además de los importantísimos intereses existentes en las colonias europeas por el mundo.
No debemos olvidar que EE.UU. entró en Normandía en junio de 1944, algo menos de un año antes de la capitulación alemana. En Europa habían llegado a Sicilia a mediados de 1943, instaurando por cierto de nuevo a la mafia y combatiendo a la resistencia antinazi, todo ello después de que Alemania ya estuviese claramente derrotada por la URSS. En esta situación Estados Unidos no podía ni puede pretender tener un gran derecho político, militar o moral sobre el resultado final de la guerra y la derrota del fascismo en Europa, pues otros contendientes, especialmente la URSS, tenían mucho más que decir, ya que habían sufrido y se habían sacrificado mucho más y de forma mucho más sincera.

Notas:
1. Guy Spitaels, Jean-Marie Chauvier, Valdimir Caller. Pourquoi minimiser la victoire rouge? La Libre Belgique, 9.05.2005.
2. Jacques Pauwels. El mito de la Guerra Buena. Hiru, 2002
3. Jacques Pauwels. Fall 1941. Pearl Harbor and the wars of Corporate America. Global Research. 11.12.2011.

2 comentarios:

  1. Buena entrada. La añadiré a las recomendaciones de la que saqué en mi blog

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  2. https://thescarletrevolutionary.wordpress.com/2014/06/06/se-conmemora-el-70-aniversario-del-dia-d-pero-fue-stalin-el-gran-vencedor-de-la-segunda-guerra-mundial/

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