En un buen artículo de denuncia realizado por Rosa María Artal en El Periscopio, 1 se indica que en una encuesta llevada a cabo por Metroscopia un 45% de los encuestados creen que los recortes posibilitarán que dentro de dos años se recupere la economía. Ni la autora del texto ni yo entendemos que tipo de razonamiento con conocimiento puede llevar a esa conclusión. En realidad estos recortes están quitando realmente las inversiones para que la economía se recupere, la obsesión por ahorrar puede ser buena en su medida si se ahorra cuando se debe y en lo que se debe; si, en cambio, tratamos de no gastar en mejoras del conocimiento, de la actividad económica, lo que hacemos es no invertir, y ya se sabe que la empresa que no invierte está abocada al fracaso en el corto y medio plazo. Lo que se está haciendo con estos recortes es dejar que muera la economía, la economía entendida como el bienestar y prosperidad de todos, o al menos de la mayoría de la población. Y en una democracia la economía debería de preocuparse por esa mayoría, de otro modo será otra cosa, pero no será una democracia.
Por eso Rosa Mª Artal dice con acierto:
Ya no es únicamente que hasta un aprendiz de economía conoce que las mermas económicas y los repagos retraen la actividad y ocasionan más recesión y, por tanto, más paro y más podas, es que basta con abrir los ojos y mirar cómo han funcionado los recortes en Grecia, Portugal o Irlanda. Y cómo en Islandia, que está creciendo al 3% al tomar la propia sociedad las riendas de su destino. 1
El caso de Islandia lo expliqué brevemente en un artículo anterior, en el que destacaba la cultura democrática de su población, haciéndose valer e imperando los intereses de la mayoría de los ciudadanos sobre los de los políticos o los de los banqueros; justo lo contrario a lo que se hace en España.
También se denuncia en este artículo de El Periscopio que estoy comentando la falta de interés y la dejadez de la población por el bien público, por los bienes públicos de todos:
No harían falta siquiera nuevos subterfugios: un amplio sector de la sociedad no siente como suyo lo público, ni siquiera el bien común. Si un extraño les sustrae una maceta en la puerta de su casa, pueden montar un cirio sin precedentes, pero si les despojan de la sanidad, educación, servicios públicos, cultura, ciencia e investigación, el empleo y el desempleo, las pensiones, el futuro de los jóvenes o el nivel de vida entre otras cosas, les parece lógico. No asimilan que también les pertenecen. 1
Aunque haya personas que sí se preocupan por lo público, como lo estamos viendo en las numerosas protestas, es también cierto que muchos de nosotros tal vez nos hayamos vuelto demasiado egoístas, y lo que es peor, perezosos e ignorantes, de modo que apenas somos capaces de analizar cuales pueden ser las razones y las consecuencias de las privatizaciones que se hicieron y que se están haciendo. Y si hacemos algún mal análisis, por desconocimiento principalmente, solemos achacar los problemas económicos a otras circunstancias o a otros los problemas y los defectos que son nuestros, por ejemplo a los inmigrantes.
Y es que pienso que la televisión, los periódicos, la radio o incluso el cine han martilleado de tal modo nuestra mente que han anulado cualquier capacidad o disposición crítica para poder comprobar con rigor lo que sucede hoy en nuestra sociedad y en nuestra economía, y ver por ejemplo que no es una casualidad que las diferencias sociales entre una minoría muy rica y la mayor parte de la población, en buena medida pobre, están aumentando de forma dramática estos últimos años y en concreto ahora en la denominada crisis.
Rosa María Artal acaba el artículo con contundencia y dureza, pero no sin gran parte de razón:
Una democracia desinformada, poco exigente en lo fundamental, con un decisorio grupo de personas crédulas por naturaleza al parecer, algunas con deficiencias en los mecanismos neuronales de la reflexión, o simplemente egoístas cuando no corruptas. Personas, porque ser ciudadano es otra cosa: es pensar en el bien común. Y ese nos lo están robando -con grave quebranto de nuestras condiciones de vida-, mientras un coro aplaude, otro se desentiende... y otro no encuentra la fórmula para frenar tanto desatino. Con el dinero que "sí hay", bastaría apenas con "desprivatizar" las redes inducidas de la ignorancia, la fe, la abulia y el miedo de esa sociedad lastre con la que cargamos. 1
Hemos hablado demasiado de democracia, de nuestra democracia, pero sin entender en el fondo lo que es realmente una democracia. No participamos, no se tiene en cuenta nuestra opinión ni nuestras necesidades, los partidos políticos no son democráticos en su estructura, y se ha formado un poder político vinculado al poder económico que está lejano de los habitantes del país. La democracia así resulta un espejismo, un sueño, no es real. La pobreza se extiende por el llamado Primer Mundo y quiénes dirigen este mundo, el poder económico, son más ricos y más privilegiados, ese parece ser su plan, no hay conspiraciones, es un plan por ser más ricos y poderosos, es sencillo, es egoísta, pero no es democrático. Con todo esto y sin siquiera querer enterarnos de esta situación hemos intentado dar lecciones de democracia a otros países, a otros lugares del planeta. África, Oriente Medio o Latinoamérica han sufrido nuestra hipocresía, nuestros ejércitos y nuestros ladrones y usureros.
¿Qué lecciones podremos dar de democracia?, ¿qué ejemplo podremos dar si no existe siquiera en nuestra propia casa?
¿Por qué no hacemos un poco de autocrítica?, ¿por qué no dejamos de ser tan ignorantes de nuestra realidad y reconocemos que somos los menos indicados para dar lecciones? ¿Cómo hablar cuando nos están quitando los recursos, los recursos de todos delante de nuestras narices sin hacer prácticamente nada?
Tiempos de crisis, de crisis a propósito creadas por los que con ellas ganarán, buenos para conocer a las gentes y buenos para conocer a su sociedad.
Por los intereses privados defendamos los comunes, pues son también nuestros, de cada uno de nosotros; en cierto modo privados aunque se compartan de forma común, ya que a todos nos benefician. Solo quien busque el privilegio, quien no piense en los demás, no puede pensar que por nuestro interés privado debemos defender el interés común.
Notas:
1. Rosa María Artal. Nos roban... y aplauden. El Periscopio. 31.07.2012.
Dices muy bien, no estamos para dar lecciones de democracia a nadie, estamos para recibirlas. Hablar aquí de soberanía popular es una broma que no tiene ninguna gracia. Nunca la ha habido realmente, pero es que ahora la evidencia es escandalosa. Dos presidentes del gobierno reconocen en el parlamento que no están aplicando las políticas que llevaban en sus programas electorales, que no les gusta aplicarlas (aunque yo esto no me lo creo), pero que no tienen más remedio porque nos lo imponen desde fuera unas instituciones y unos "mercados" que nadie ha votado, antidemocráticos, y que velan únicamente por el beneficio de los poderes económicos y financieros. Aunque hay muchos más ejemplos, sólo con esto ya se puede afirmar que la democracia en España es una quimera. No podemos perder ni un minuto más para rebelarnos y actuar. Si no las clases populares estamos perdidas.
ResponderEliminarMuy bueno tu blog, un saludo a todos.
Poca soberanía popular hay desde luego, por eso somos tan mal ejemplo para ir dando lecciones al mundo.
ResponderEliminarGracias y un cordial saludo, seguiré con atención ese interesante blog que tienes.