Hay un serio problema de convivencia cuando en un Estado en el que coexisten varias culturas, la que ha sido y es la dominante se cree en un grado de superioridad respecto a las otras. Su inexistente mejor valía se confunde con el resultado de una imposición por motivos militares, políticos y/o económicos. Quienes no la tienen como la recibida por vía materna sienten un justificado malestar ante la postura de desprecio que muestran aquellos que se suben al cómodo tren de la mayoría. Aunque dicho tren no sea más rápido ni con mejores prestaciones que los otros trenes de las lenguas presentes.
Para justificar la injustificable postura de considerar de una posición más elevada lo que se ha establecido de una forma artificial y arbitraria, se recurre a un engaño más. Se dice que hay una lengua y cultura común, que incluso está por encima de aspectos étnicos. Ambas presunciones están igualmente adulteradas. Tal aparente comunidad es fruto violento de la obligación de aprender la historia e idioma del que se impuso por vía militar o económica, no por vía cultural. Y, por supuesto, que tengas mucho dinero o un poderoso ejército no hace que lo que tú hablas o tus costumbres dejen de pertenecer a una etnia determinada, como así ocurre con el castellano.
Cuando los dominados defienden justamente y valientemente su identidad ante los que quieren someterlos, son descalificados de diversas formas. Una típica en España es marcarlos como nacionalistas. Eso sí, solo para los otros, pese a que tal calificativo o es para todos o no lo es para nadie.
Las actuaciones de los grupos no dominantes a favor de su lengua, de su cultura y de su Independencia política se tildan de nacionalistas, mientras que las de los grupos dominantes se califican como no nacionalistas. Pero es que las actuaciones de los denominados grupos no nacionalistas también se fundamentan en la defensa y promoción de una lengua, una cultura étnica y un poder político de una nación concreta y, por tanto, son igualmente nacionalistas. 1
La intransigencia y la violencia son características de la historia española. De ahí la poca unión que existe, al que no puede considerarse como país, sino como sojuzgamiento de países, de ahí que sus dirigentes se hayan amparado y amparen en poderes mayores externos, como Estados Unidos, para mantener el poder y control interno.
Hoy vemos a los gobernantes elegidos democráticamente por los catalanes teniendo que huir de España, los que pudieron, para no ser encarcelados y privados de sus bienes por poner en práctica la libertad política. Para no ser presos políticos.
Referencias-Notas:
1. Juan Carlos Moreno Cabrera. El nacionalismo lingüístico. Una ideología destructiva. Península. 2014.
El nacionalismo español es peculiar simple y poco convincente. En realidad es el máximo y único argumento ideológico que tienen las castas neo franquistas enquistadas en el poder del estado para justificarse y sustentar ideológicamente este Régimen neo franquista surgido tras la llamada Transición. ¿Qué argumentos más les quedan? En realidad ningún si descartamos el de la fuerza, es este el único y máximo argumento en que se apoyan ideológicamente. Y así solo les queda la aburrida cantinela de la unidad de España en que se basarían para legitimarse ideológicamente y así continuar en las riendas del Estado como herederos del franquismo,
ResponderEliminar.Se entenderá mejor esto leyendo el enlace incluido
https://beniezuma.blogspot.com.br/2018/03/revisando-nuestra-nefasta-historia.html
El nacionalismo español estaría y está bien si fuese tolerante, pero es extraño que esto suceda, donde tanto la izquierda como la derecha profesan una común intolerancia.
EliminarLo vimos recientemente con Cataluña: http://miguel-esposiblelapaz.blogspot.com.es/2017/09/ese-nacionalismo-espanol-tan-ciego.html