sábado, 14 de junio de 2014

La coronación de otro Rey en España supone la coronación de más injusticias



Decía, oportuna y acertadamente, el  escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez que:
un escritor no debe de imitar al flautista que se recrea haciendo sonar su instrumento en las soledades. 1
Y así es, porque uno a fin de cuentas escribe algo para comunicárselo a los demás. Del modo más fiel, cabal y honesto posible. Asunto que no es fácil, pero en realidad tampoco difícil si uno tiene buen propósito y suficiente confianza en sí mismo.
Y el escritor no debe ser un ser sin sentimientos, sin vista y sin un mínimo de principios, por muy básicos que sean estos. Ante las injusticias abundantes y desmesuradas no debería ser indiferente y ante los despropósitos no debería mantenerse callado.
Ahora estamos ante otro disparate más de la política en España. España es de hecho un lugar donde el despropósito en política es lo habitual y no la excepción. El nuevo dislate es el nombramiento de un nuevo Rey que es tan ilegítimo como el Rey padre al que sucede.
Pues, ¿cómo puede ser legítimo quien accedió a tal cargo a raíz de una dictadura militar que arrasó la incipiente democracia de la Segunda República y, lo que es bastante más grave, por medio del terror y muerte masivos aplicados a los españoles? No hay legitimidad y no la puede haber. Y en su hijo tampoco, el futuro Felipe VI, pues hereda la ilegitimidad de su padre.
Los españoles no serán consultados siquiera para aprobar a su nuevo Jefe de Estado. ¿Qué estado tienen entonces los españoles si este no cuenta con ellos?
La monarquía no es, por supuesto, el único mal que tiene España, sino que es la expresión suprema de ese desorden,  injusticia, capricho y tiranía con que se rige este país. Ni siquiera en los comienzos de la Segunda República se corrigieron tales males, sino que, muy desacertadamente para los habitantes de esta nación, se perpetuaron. Vean este artículo que escribí España, país de contradicciones y contrastes y el genial libro de Iliá Ehrenburg, España, república de trabajadores. Por lo que no es solo una cuestión de República o Monarquía, sino de justicia social. Evidentemente, con una monarquía con tal ilegitimidad no puede haber ninguna justicia ya desde el principio.
¿Qué dirán en televisiones, radios, prensa y demás del nuevo Rey coronado? Pues ya lo saben, la cantinela de siempre. Basta ver cómo adulaban sus cortesanos de entonces al abuelo de su padre, a Alfonso XIII
..el primer soldado de España, el primer agricultor, el primer marino, el primer... (aquí ponga el lector lo que le parezca) 1
Y, efectivamente, pueden poner ustedes lo que les parezca, adecuado a los tiempos actuales. Aunque, evidentemente, todo sea bastante poco cierto. No piensen pues que la amplia lista de loables atributos y grandes calificativos con la que ensalzarán al nuevo monarca constituye algo extraordinario, constituye en realidad algo más bien ordinario del mundo de los aduladores de la corte. De los que dicen y no hacen, de los que hablan y no trabajan.

Notas:

1. Vicente Blasco Ibáñez. Por España y contra el Rey (Alfonso XIII desenmascarado). 1925


9 comentarios:

  1. El propio referendum para elegir entre monarquía o república es democráticamente cuestionable ¿Acaso es democrático optar entre legalizar la violación o no, permitir el asesinato indiscriminado o prohibirlo? Como decía Roberspierre, "el mero hecho de ser rey es ya un delito contra la justicia". Lo que hay que hacer es acabar con la injusticia de la existencia de los reyes, en España el primer paso necesario, aunque no suficiente, para terminar con un régimen ya muy antiguo, de ocho décadas, de tiranía, genocidio y saqueo de la riqueza producida por los trabajadores.
    Saludos

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  2. En España especialmente la ilegitimidad de la monarquía es llamativa.
    Como comentaba también en el artículo, en España la cuestión de fondo es la enorme injusticia social, derivada de la enorme injusticia económica, con su pésima distribución de la riqueza.
    Un saludo

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  3. Vaya por delante mi admiración por líderes de repúblicas populares como Bielorrusia, Zimbawe, Bolivia o Venezuela, pero por desgracia son la excepción, porque las "repúblicas" del llamado "occidente" son todas ellas de naturaleza masónica, y para que me gobiernen los masones casi que prefiero que lo hagan los borbones. La historia nos recuerda que los reyes suelen ser viciosillos, mujeriégos, etc, etc, pero las repúblicas masónicas implementan el terror, las desapariciones, asesinatos, terrible represión, belicismo, persecución. ¡Virgencita que me quede como estoy!

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    1. La monarquía española ha seguido esa línea de terror, desapariciones, asesinatos...
      Malo quedarse como estamos.

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  4. ¡Pero si Robespierre fue un vampiro chupasangres!
    Lo que importa son los medios, lo del fin no es más que una excusa, una entelequia.

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  5. La ilegitimidad de nuestra corona, se sustenta en el poder de los franquistas (Que jamás fueron ajusticiados); en el poder de la iglesia católica y en el poder de una oligarquía empresarial y bancaria procedente de aquella dictadura. Con esos apoyos y un pueblo que no se entera y solo cree lo que le cuentan los interesados, poco podemos hacer. La cuestión está en que esas estructuras, como en toda la Edad Media, siguen pensando igual. El pueblo es un enjambre de esclavos que tan solo sirven para nutrirles de más dinero y poder. A ellos, España, nunca les importó. La utilizan, la usan y se enriquecen a su costa. Tanto delito, pues, tienen estos como este pueblo de analfabetos políticos y de la verdad histórica que nunca les contaron y no supieron encontrar por otras vías -hubo censura eclesiástica hasta el 1978-...

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    1. Es una trágica realidad ver el analfabetismo político e histórico actual.

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  6. Nadie por encima de mí, nadie por debajo. Esa debería ser la legítima aspiración de cualquier ser humano libre, o que aspire a serlo. Y ese anhelo no puede realizarse en un régimen monárquico que, por su propia naturaleza, niega la igualdad. Si las llamadas "monarquías modernas" -a las que tanto aluden los defensores de la corona y los detractores de la república- han suavizado su carácter feudal, no ha sido por su bondad intrínseca, sino por el triunfo de principios y valores netamente republicanos, que tanta y lucha y tantas vidas han costado a la humanidad.

    Un pueblo libre y soberano, ha de ser un pueblo responsable, pero para serlo ha de decidir él mismo su destino, y esto supone inexcusablemente elegir. Ningún monarca, presidente o Papa, puede ni debe suplantar la voluntad ni la responsabilidad popular sin caer en el denigrante paternalismo inherente a los regímenes autoritarios.

    De modo que, la primera y principal cuestión no es la de monarquía o república, sino escuchar la voz del pueblo, ese en el cual descansa, según la constitución vigente, la soberanía.

    Un cordial saludo, y enhorabuena por tu artículo.

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    1. Gracias Loam, muy de acuerdo con lo que dices. Un saludo.

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