viernes, 28 de marzo de 2014

La enseñanza del experto

Ben Bernanke, de la presidencia de la Reserva Federal al think-tank Brookings Institute. Un típico experto.

A menudo, demasiado a menudo, oímos, vemos y leemos en los medios de comunicación que tal o cual experto nos habla y enseña sobre economía, sobre política, sobre historia e incluso sobre moral. Y si lo dice un experto debe de ser cierto, aunque nuestro sentido común y nuestra moral nos lancen un grito desde dentro indicando que eso que nos dice el experto no concuerda con lo que oímos y vemos, no ya en esos medios de comunicación, sino en nuestras propias vidas particulares. Es como si nos hablasen de un mundo imaginario al que supuestamente uno puede llegar si hace méritos propios, aunque luego veamos también que esos méritos suelen depender y suelen venir de si eres hijo de tal o de cual o de si has conseguido llegar allí a base de servir y servir, pero siempre quedando en un segundo plano.
En el mundo de la empresa y negocio privados, que es el mundo que domina nuestra sociedad y lo hace de un modo bastante tiránico y monopolístico, quien manda es don dinero, o mejor dicho quienes lo poseen, quienes poseen la riqueza económica. No manda la razón, tampoco el sentido común y menos la verdad. Dicho esto les contaré la historia del experto, que posiblemente ustedes ya conozcan, aunque seguramente también la olviden a menudo. Esta es así:

Un señor de cierta edad, que ya peinaba canas, gozaba de un enorme prestigio en su área de experiencia. Sus discípulos y los jóvenes que comenzaban su carrera sentían una profunda admiración hacia él, admiración que se convertía casi en fe, ya que tenían a aquel señor como una especie de Dios, la Biblia en su campo de dominio. Un día ese señor, que trabajaba para una poderosa compañía, fue a ver un problema que había ocurrido con la elaboración de un diseño. Los jóvenes investigadores le argumentaron y le expusieron claramente los problemas que ocurrían, pero él les dijo que no había ningún problema, que estaba bien. Ellos, los jóvenes, temerosos, le indicaban:

- ...pero si no cumple con esta y otra medida. Es inviable, no puede funcionar.

A lo que el experto volvió a replicar:

- Está bien.

Ellos, aturdidos, desconcertados, solo se atrevieron a decir:

- Pero si...

Y así quedó, los jóvenes dudaron de lo que decían, es más, creyeron estar equivocados, completamente equivocados y pensaron que así tenía que ser, como el experto se lo había dicho. Luego, las cosas no funcionaban bien, pero no rectificaron y asumieron el problema real, sino que lo trasladaron a otra parte, allí donde el experto no había hecho ninguna observación. El problema perduró y causó numerosos perjuicios. Sin embargo, una persona con suficiente sabiduría y experiencia había contemplado todo aquello. Y esta persona, que no albergaba temor alguno y que no se dejaba impresionar por el prestigio del experto, fue donde él y le dijo franca y claramente:

- Ellos, los jóvenes, tenían razón.

El experto, viendo que ante sí tenía a una persona a la que no podía engañar con su aureola de prestigio, dijo de forma seca y lacónica:

- A mí me paga mi compañía.

No era, por tanto, una cuestión de tener razón, de haber acertado, de hacer lo correcto desde el punto de vista moral e intelectual. Simplemente el experto no era de fiar por la sencilla razón de que obedecía el dictado de quien le pagaba, tuviese razón o no.
Creo que la extrapolación de la enseñanza que nos aporta la historia de este experto a lo que llevamos viendo, oyendo y leyendo sobre política y economía en los medios de comunicación, que son, no se nos olvide, medios portavoces del poder económico y no representantes del rigor informativo, es sencilla de ver.
Ahora saquen sus conclusiones, analicen las consecuencias que ha tenido y vean su propia ingenuidad y falta de criterio propio, que en gran medida son responsables de la marginación social y económica que ha tenido lugar en un importante sector de la sociedad actual.





2 comentarios:

  1. Mikel: ¿No te llama la atención que todos los presidentes de la Reserva Federal U.S.A, tengan doble nacionalidad, norteamericana e israelí?
    ¿Es verdad eso de que Israel es el dueño, casi absoluto, de los EE.UU?
    ¿Qué opinas tú?

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  2. La verdad es que es algo que no conozco, si es así, habría que ver por qué tienen esa nacionalidad israelí o qué hacen israelíes en puestos tan altos en Estados Unidos. Aquí no caigamos en el error de culpar a los judíos, Israel es una cosa, en realidad una colonia, y los judíos otra bien diferente.

    Un saludo

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