sábado, 21 de mayo de 2016

Tomando un café, escuchando y recordando quejas


El aroma del café es agradable, además, corre una leve brisa que se agradece en el día caluroso. Estoy algo ditraído pensando en algunas cosas. Se interrumpe esa distracción por una voz que se dirige a mí. Reacciono y veo que es un antiguo conocido quien me saluda. Nos saludamos, hablamos. Me dice que tiene prisa, todo el mundo hoy tiene prisa, que debe ir a trabajar hoy sábado a la tarde, y mañana, domingo a la tarde. No disimula su disgusto, se queja. La empresa les ha impuesto un convenio al parecer bastante leonino, han perdido muchos derechos y han ganado tantos más deberes. Me pregunto hasta cuándo han luchado por evitar eso. Y me lo pregunto porque conozco a Juan y a gente como Juan. Siempre, siempre, obrando en su particular interés. Nunca, nunca, mostrándolo por la mala situación que pudieran padecer otr@s. Recuerdo en el tiempo su indiferencia y despreocupación por cosas que a mí me trasladaban un serio malestar e inquietud, por ejemplo cuando se bombardeaba y se destruía países como Irak o Yugoslavia. Tiempos en los que estudiábamos y no suponían en el ambiente estudiantil ningún contratiempo, se las veía en el mejor de los casos con indiferencia y en el peor, mejor no se lo cuento. Hoy Juan sufre las consecuencias de sus acciones. Su empresa les amenazó con trasladar la planta a una de las antiguas repúblicas de Yugoslavia. Que tras su destrucción moral, intelectual y económica, tiene trabajadores cualificados dispuestos a trabajar en no importa que condiciones. A Juan, y a los que son como Juan, les entró el pánico, su tenue y superficial mundo se derrumbaba. Aceptaron todo y sin rechistar. Ahora  se quejan.
Le despido, me quedo leyendo a García Márquez. Lo mejor de la mañana el libro y el café. 
Vivimos en un mundo perdido que no se encuentra ni quiere encontrarse consigo mismo.

7 comentarios:

  1. Estos "Juanes" conforman el grueso de la tropa que hace posible que las cosas vayan como van. Pertinente e inevitable recordar, una vez más, la acertada reflexión de Bertold Brecht:

    El peor analfabeto
    es el analfabeto político.

    Él no oye, no habla
    ni participa en los acontecimientos políticos.

    No sabe que el costo de la vida,
    el precio de los frijoles, del pescado,
    de la harina, del alquiler, del calzado
    y de las medicinas
    dependen de las decisiones políticas.

    El analfabeto político es tan animal
    que se enorgullece e hincha el pecho
    al decir que odia la política.

    No sabe el imbécil que
    de su ignorancia política proviene
    la prostituta, el menor abandonado,
    el asaltador, y el peor de los bandidos,
    que es el político aprovechador,
    embaucador y corrompido,
    lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.

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    1. Responsables de sus propias desgracias, aunque esto nunca lo reconocerán.
      Saludos

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  2. Efectivamente. Estoy rodeada de "juanes" que se quejan de su situación y quieren (sin saberlo) lo que hubo en Libia o Yugoslavia, pero si menciono palabra Gadaffi y mostro mi tristeza y rabia por lo que ocurrió me llaman loca.

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    1. Ten en cuenta que hablas con gente que lo que sabe de Libia o Yugoslavia es lo que oyó, vio o leyó en los medios occidentales, enemigos acérrimos de esas dos naciones independientes. No saben y hablan demasiado.
      Y sí, la gente pide cosas propias del socialismo, no queriendo ver que vive en una sociedad capitalista.

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  3. Ahora, a estos "Juanes",se les están aclarando las ideas que,hace unos años, no era posible;porque con el estómago lleno y la cabeza vacia,les resultaba bastante complicado pensar más allá de sus propios intereses.Si algo positivo tiene el látigo del capital cuando se aplica con fuerza, es que abre muchos ojos y despierta con su "chasquido" a muchas conciencias dormidas.Quedémos con la parte positiva del problema.

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  4. En mi barrio hay bastantes "juanes". Uno, representativo de los demás, es un ex-santanero que lee plácidamente recostado en los parques del barrio, novelas de Clarck Carrados o Marcial Lafuente. Tiene a sus hijas colocadas en La PSOA y, si le hablas del sufrimiento de los refugiados o de los bombardeos contra Libia o Siria, te responde "son moros". Entiendo que, igual que el pueblo aleman sabía los beneficios y comodidades que le reportaría el saqueo del nazismo, éstos "juanes" también son conscientes de los beneficios de mirar para otro lado o de pensar como la oligarquía neonazi, que padecemos. En el 39 les hubieran dado un kiosko de prensa o un estanco, ahora se conforman con mantener un trabajo precario y mal pagado, que es mucho si observa como otros comen de los contenedores o les cortan la luz. Éstos "juanes" son la base social de del sistema y no los considero tan ignorantes ni manipulados. Un tio mio los llamaba "los casasolas"

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