jueves, 14 de febrero de 2013

Roma y Estados Unidos: ayer, hoy, seguramente mañana.



Roma fue un gran imperio, al menos lo fue en su extensión territorial y en su poderío militar. No obstante, para quienes lo sufrieron seguramente que no fue tan grande en el sentido de sus supuestas cualidades loables.
Roma destacó por su gran ambición expansionista, y  las invasiones militares fueron la razón de su ser y el motor de su desarrollo. Por este motivo tuvo que hacer gala de una notoria exaltación de ella misma, de sus instituciones, de sus gobernantes y de su supuesta superioridad cultural y moral.

Los imperios han cambiado poco desde entonces, mediante la violencia invaden, roban y explotan a otros países, y mediante la adulación, la exaltación y la apología adornan estos actos poco dignos con justificaciones y bellas palabras que los encubren y enmascaran.

La guerra permitía vivir en la opulencia y en el lujo a la clase dirigente, y los de esta clase  eran quienes pagaban y formaban a los oradores y escritores que contaban las narraciones e historias adecuadas a los intereses de sus dueños; de forma que esto permitiese conservar su status social y económico y,  a la vez, su pueblo los amase, o al menos los  soportase. Algo que por cierto poco ha cambiado con el tiempo. Hoy a estos oradores y escritores aduladores se les conoce con el apodo de "prensa libre".

Es importante recordar también que los historiadores o escritores de entonces no mostraban a Roma como al agresor en los conflictos bélicos. Se buscaban siempre pretextos, echando la culpa al enemigo, Roma sólo se defendía y salvaba  a otros pueblos. Cómo nos suena esta cantinela, ¿verdad?: "ayuda humanitaria", "lucha por la paz".... Qué poco  cambia el ser humano con los siglos, qué poco cambia a mejor. Roma enviaba emisarios con propuestas de acuerdos para la paz, de modo que si las rechazaba el enemigo le daba a Roma el poder moral, de cara a su población y a sus aliados, para poder atacar. Ni que decir tiene que las propuestas eran prácticamente inasumibles por sus rivales, y Roma bien que lo sabía. A la élite romana no le interesaban las negociaciones políticas, sino la guerra, ya que con su poderío militar podían mantener su status y ganar más riqueza y territorios, pero era necesario disfrazarlo de modo que no apareciesen como un mero agresor. A la clase dirigente romana entonces, como a la clase dirigente estadounidense actual, no le interesaba la paz, le interesaba lo contrario a ella, y, entonces, como ahora, contaban pocas verdades sobre sus verdaderas intenciones, sobre sus verdaderos propósitos. Si quieren les pongo un ejemplo presente de forma de actuar muy similar, también bajo la apariencia de acuerdos de paz. Eso fue lo que hizo Estados Unidos con Serbia en los llamados Acuerdos de Rambouillet de 1999, donde le impuso al débil país balcano unas condiciones inasumibles para cualquier nación; de forma que una negativa lógica a estos acuerdos se presentó como  una intransigencia inaceptable por parte de Serbia, dando pie a la declaración del ataque militar que luego se produjo.(1) ¿Cómo iba a admitir Serbia, ni cualquier otro país, que una organización militar extranjera mandase en su territorio, que pudiese hacer y deshacer lo que quisiese en su país, con total impunidad penal? Los medios de comunicación, los actuales oradores, contaron otra cosa, bien diferente a la real, para engañar, despistar e incluso irritar a la gente contra el que sufría el ataque.

Entre los escritores romanos tenemos a Livy y Polybius, que solían mantener que Roma era la víctima de la agresión, como así hicieron en las guerras púnicas contra Cartago. Donde la toma de Cerdeña por Roma, y la interferencia en la península ibérica, provocaron la  intervención de los cartagineses.(2) También en esto los tiempos cambiaron poco y los métodos de Roma se repetirían por los siguientes imperios, incluido otra vez el estadounidense actual. Así, el provocar la guerra contra Cartago recuerda demasiado a lo hecho por EE.UU. contra Japón en la  Segunda Guerra Mundial. Una potencia militar superior incita, desafía a otra, que no es suficiente rival, para entrar en el terreno donde la vencerá, mediante la acción militar, y de este modo podrá quitarle sus mercados, sus recursos, sus riquezas y así proceder a su sometimiento y a su amarga explotación.
Tempus fugit (el tiempo vuela), pero apenas cambia.

 Extracto de la obra: Mikel Itulain. Justificando la guerra. 2012.

Notas:
(1) Michael Parenti. To kill a nation, the attack on Yugoslavia. Verso, 2000.  
(2)  Philip M. Taylor. Munitions of the Mind: a history of propaganda from the ancient world to the present era. Manchester University Press, p 38,73,74. 2003.

1 comentario:

  1. Boa análise, bom artigo.
    Se possível, conheça meu blog sobre "O Caminho da Paz",(Strata Pacis):
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    Grato
    Roberto

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