¿Cómo llegamos a conocer lo que ocurre en un país en el que no vivimos? Tal vez pasamos un más o menos breve periodo vacacional, interactuando muy a menudo poco con la gente y el día a día de allí, tal vez algún académico universitario, con habitualmente el mismo desconocimiento y falta de interés por su realidad cotidiana, nos vino a dar lecciones de lo que nada sabe y no quería saber, y tal vez, lo más frecuente, este y otro medio de comunicación, en manos de los poderes industriales o financierios, nos cuenta lo que bien beneficia a sus interes económicos. Así, Doris Martínez expresa este desconocimiento nuestro, que paradójicamente lo tomamos como conocimiento. Cuando no lo es.
La prensa es el vínculo entre las acciones políticas internacionales de las élites gubernamentales y el público. Las personas que habitualmente siguen las noticias sobre asuntos internacionales no poseen un marco interpretativo o conceptual que les permita desarrollar una evaluación crítica. Los lectores del periódico, o la audiencia de los medios electrónicos, toman los discursos de las élites como referente para sus propias interpretaciones sobre sucesos internacionales. Esta dependencia provoca que el público seas más sensible a los discursos de las élites y de la prensa. 1
Lo queramos aceptar o no, ocurre así, nuestros pensamientos sobre los asuntos internacionales son inculcados por estos medios, que modelan nuestra opinión a su antojo, según no lo que sucede realmente, sino según lo que conviene a monopolios que habitualmente y finalmente resulta contrario y perjudicial para el público obediente que lo aprueba con su consentimiento o haciéndoles el juego propagandístico de forma gratuita. Pongamos un ejemplo: la destrucción del estado más próspero y con desarrollo social de África, Libia, que fue provocada por las mentiras e histeria generadas en la masa poblacional occidental por esos entramados comunicacionales, ayudados, para poder vender la guerra, por los venales "progresistas" de nuestros lares. La instauración de un sicariato, por medio de terroristas islamistas generó el saqueo de una nación independiente y rica, y la persecución de quienes les hiciesen frente o les molestasen. Traducido en la salida, de los que pudieron, de la gran cantidad de trabajadores extranjeros y de la no posibilidad de poder volver a ganarse la vida donde antes existían todas las posibilidades, que condujo a la ola de refugiados hacia Europa. Pues en la Libia que crearon estos dementes su destino era la muerte o la esclavitud. 2 Ahora tienen que quienes ayudaron a provovar tal disparate, como Amnistía Internacional, quieren hablar en nombre de esos refugiados y echar en cara a otros una supuesta insolidaridad. Es la hipocresía infinita de estas organizaciones que utilizan los derechos humanos con fines políticos y económicos.
Tras esta introducción, necesaria para que el lector se vaya situando y sea algo consciente de lo que en verdad no era tanto, sería bueno mostrar que las difamaciones y agresiones vertidas contra el país mencionado no son tan diferentes de las hechas contra Ucrania, Siria, Venezuela o la misma Tailandia. Todas ellas siguen un similar patrón y método, aunque no hayamos sido capaces de percibirlo, debido a la niebla generada por la desinformación recibida. Todos ellos son casos de países soberanos negándose al sometimento de los dictados de las corporaciones de occidente, todos han sido acusados falsamente de cometer crímenes y violaciones de los derechos humanos, y en todos han financiado a "opositores" que trabajan por intereses propios y extranjeros, y a organizaciones militares que llevan a cabo las malas artes del terrorismo y del sabotaje, pero cuya práctica es achacada a las fuerzas de seguridad nacionales.
En Tailandia tenemos escuadrones de la muerte, los "camisas rojas", como en su día los hubo en El Salvador, provocando matanzas al sevicio del imperio norteamericano. Eso sí, adornadas y cubiertas sus criminales actuaciones con el amparo del paraguas de las "revoluciones de colores".
Estas revoluciones de color de los "camisas rojas" son obra de Thaksin Shinwatra y un sinfín de patrocinadores extranjeros. Thaksin era un ex miembro del Grupo Carlye antes de asumir la presidencia en 2001. Llevó a cabo una campaña de consolidación del poder, de eliminación de los controles y equilibrios de la nación, y un programa de liberalización económica (es decir: la venta de todo el país a los extranjeros). 3
Si quieren conocer mejor a Tailandia les recomiendo la obra de Brian Berletic (Tony Cartalucci), uno de los mejores analistas políticos, que precisamente vive allí.
Sobre la violencia que sucedió o sucede:
La cantinela del "golpe militar":
Sobre la suficiencia economía de un país del que tenemos que aprender y que le ha permitido no ser colonizado y explotado:
Tailandia, además de defender su soberanía, comete algo insoportable para los tiranos corporativos, mantiene buenas relaciones con China. En el siguiente enlace podrán entender por qué esto constituye una adversidad para las transnacionales europeas y norteamericanas. Más si cabe si se construye un canal en su territorio, evitando China el inestable y dependiente Estrecho de Malaca:
La guerra económica, militar, mediática y humanitaria de Estados Unidos contra China.
Van a oír hablar y mal de este estado muchas veces, ahora ya saben por qué. No porque en verdad haga algo mal, sino porque precisamente lo está haciendo bien.
Referencias-Notas:
1. Doris Martínez Vizcarrondo. Lo que no nos dijeron de Saddam Hussein: la construcción mediática de un demonio. Comunicaçaco, media e consumo. Sao Paulo. Vol 4, N.11. pp. 79-92. Nov. 2007.
2. Neil Ckark. Slave Markets in "Liberated" Libya and the Silence of Humanitarian Hawks. RT Op-Ed. 1.2.2017.
3. Tony Cartalucci. Egypt today, Thailand tomorrow. Land Destroyer. February 2011. Enlace
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