Una gente, un imperio, una bebida...
Ya vimos en un capítulo anterior como el mundo empresarial y financiero alemán daba su apoyo y empujaba al nazismo ya desde sus primeros pasos. Ver el artículo: La influencia del poder económico en el auge del nazismo.
El mundo de los
negocios vio al fascismo como a una verdadera bendición. En una época donde los
trabajadores estaban cada vez más organizados y resultaba más difícil
controlarlos, el carácter militar y violento, tanto del fascismo italiano como
del nazismo alemán, venían como anillo al dedo a los deseos de las grandes
empresas. Esto implicó una anulación de las libertades, entre ellas las de
sindicación y huelga, que produjeron una reducción enorme de los derechos
laborales. Las protestas significaban la detención, acompañadas de tormento y
en muchos casos suponía la propia muerte. Los salarios de hambre, junto a las
jornadas laborales interminables, al menos durante seis días a la semana, donde
podían estar trabajando hasta sesenta o setenta horas, provocaron una vuelta a
situaciones de semi-esclavitud o incluso
de esclavitud para aquellos que eran prisioneros políticos, prisioneros de
guerra o judíos. Pero esto, por el contrario, supuso una época dorada para el
empresariado, entre ellos las transnacionales norteamericanas que estaban
asentadas en la Alemania nazi.
El clima de guerra, además de mantener este
“orden” social, permitió la fabricación y venta segura de enormes cantidades de
productos. Los Estados daban su oro a estos magnates de la guerra.
En el campo de
concentración alemán de Buchenwald, en Turingia, aparecía inscrita a su
entrada, en la puerta principal, lo siguiente:
A cada cual, lo suyo.(1)
Que reflejaba el modo
de actuar del fascismo, expresando el propio pensamiento de los dirigentes del
mundo de los negocios; donde hay unos pocos amos que controlan tanto el poder político
como el económico, y son ayudados y mantenidos por un ejército o policía que
evita que la gran masa de gente discuta su papel de rectores y dueños del
mundo.
De hecho, la llegada
al poder de esta ideología totalitaria, tanto en Italia como en Alemania, o también en España, se debió al apoyo
del mundo financiero y de las grandes compañías, bien aportando el dinero, el material bélico u otro tipo de ayuda necesaria, además de colaborando con influencias políticas. Y
recibió este apoyo precisamente para hacer el trabajo que estaba previsto que
hiciese, someter mediante la violencia y la guerra a la propia sociedad y
también a otros países. Hitler y Mussolini eran ampliamente admirados por los
propietarios, accionistas y directivos de las grandes corporaciones. Entre las
compañías que se beneficiaron de todo esto estaban por ejemplo: General Motors, Opel, Ford, IBM, Standard Oil, IG Farben –compuesta
de Basf, Bayer o Agfa, entre otras-, Dupont,
Union Carbide, General Electric o la propia Coca
Cola. También estaba el sector financiero, con bancos como J.P Morgan y el mundo de Wall
Street. Estas empresas y tantas otras más vieron aumentar sus ingresos de
una forma espectacular, por la anulación
de los derechos de los trabajadores y por el programa de rearme introducido por el
régimen nazi. La Segunda Guerra Mundial, como la Primera, resultaba muy provechosa
para el poder económico, que volvía a hacer colosales negocios en medio de la
muerte y el sufrimiento de millones de personas.2, 3 Pero este
provecho era mutuo, porque Hitler llegó al poder gracias al mundo empresarial y
financiero, por ellos logró sus victorias militares con los vehículos y
material bélico suministrado principalmente por las subsidiarias de General Motors, Ford o Opel (de GM); junto al suministro de combustible aportado por la Texaco o la Standard Oil o por la tecnología de la comunicación por parte de ITT o IBM. El dinero venía de los bancos. Sin la ayuda de estas
corporaciones el régimen nazi nunca hubiese podido extenderse por toda
Europa creando el terror.2
Los beneficios que
obtenían las compañías ya antes de la
guerra eran excelentes. La Fordwerke
de Ford, obtuvo 63.000 RM (Reich
Marks –marcos imperiales-) en 1935 y 1.287.000 en 1939. La factoría Opel de GM
pasó de tener en 1933 un 35% del mercado a un 50% en 1935. En 1939 la GM y la Ford controlaban el 70% del sector del
automóvil en Alemania. La Coca Cola,
a través de su subsidiaria, de 243.000 cajas vendidas en 1934 pasó a cuatro
millones y medio en 1939.2 Esto pese a que en teoría los beneficios no
podían ser repatriados, pero se eludía aplicando royalties y otros derechos a
las plantas de fabricación que había en Alemania.
Una de las personas
que se enriqueció y ganó poder en Estados Unidos mediante los negocios con la
Alemania nazi fue Prescott Bush, el abuelo de G.W Bush, y padre de G.H.W. Bush,
ambos presidentes de Estados Unidos. Se acusa a la familia Bush de que gracias
a estos negocios consiguió su fortuna y creo la dinastía política.4
La empresa en la que trabajaba Prescott, Brown
Brothers Harriman, actuó como base en Estados Unidos para el industrial
alemán Fritz Thyssen, uno de los soportes financieros de Hitler. Fue también
director de la Union Banking Corporation
(UBC), asentada en Nueva York y que representaba los intereses de Thyssen en
EE.UU. Incluso después de la entrada en guerra de Estados Unidos con Alemania y
de haber salido una ley que prohibía estos negocios, Bush continuó trabajando
para la UBC. De hecho él era tanto director como accionista de varias compañías
propiedad de Thyssen.
Hacia finales de 1930
tanto Brown Brothers Harriman como la
UBC habían enviado millones de dólares en oro, combustible, acero, carbón y
bonos del tesoro de EE.UU. a Alemania, para financiar el plan de guerra de
Hitler.4
También el padre de
Prescott Bush, Samuel, hizo provechosos negocios durante la Primera Guerra Mundial, vendiendo
armas de Remington al ejército de
EE.UU. Por ello no es extraño que dada la tradición familiar de hacerse ricos
por medio de las guerras, los periodistas Ben Aris y Duncan Campbell dijesen lo
siguiente respecto al nieto de Prescott Bush, que era entonces presidente de EE.UU., G.W. Bush:
Más de sesenta años después de que Prescott Bush
hubiese sido sometido a un breve examen en el tiempo de la despedida a la
guerra, su nieto está siendo sometido a un tipo diferente de escrutinio pero
apoyado en la misma percepción que, para alguna gente, la guerra puede ser un
provechoso negocio.4
Hoy en día, como también sucedió al acabar la Segunda Guerra
Mundial, se suele eludir la enorme responsabilidad de estas compañías en el
desarrollo y actuación del Tercer Reich. Su importancia fue capital y fueron
tan responsables como los propios miembros de las SS. La responsabilidad del
mundo de los negocios involucraba a EE.UU., pero por supuesto a la propia
Alemania; donde por ejemplo la IG-Farben utilizó mano de obra esclava de los campos de concentración y fabricó el gas Zyclon-B, que sería
utilizado para gasear a judíos y todo tipo de disidentes políticos. Esta
empresa salió prácticamente impune y al acabar la guerra se dividió en varias
marcas; aunque manteniendo el control de la empresa y las acciones las mismas
personas que durante la época nazi. Sus sucesoras fueron: Bayer y Basf, entre
otras. Sobre Benz, BMW, AEG, Volkswagen o Siemens, por citar algunas de las que
participaron, también recae una grave
responsabilidad.2 No obstante, no se hizo justicia y los hombres de
negocios, que consiguieron enormes ganancias y poder en esa época, continuaron
dominando el mundo empresarial y financiero, y también el político. Ya en la guerra el gobierno estadounidense no se puso en marcha para parar el abastecimiento y financiación de las compañías norteamericanas hacia el régimen nazi. Es más, las protegieron hasta el final.
El presidente Roosevelt incluso dio la orden de no bombardear las propiedades de las corporaciones en Alemania y en la Europa ocupada. Así, mientras la ciudad alemana de Colonia era reducida a cenizas [salvo su catedral], su factoría de la Ford -que suministraba armas y vehículos utilizados para matar a los soldados americanos- permaneció intacta.5
El apoyo de
la élite estadounidense, que controló los juicios de Núremberg y Tokio, fue
fundamental para esta práctica impunidad. Esta élite necesitaba a la alemana para hacer
negocios en Europa y tener bajo su control a estos países.
Estados Unidos una
vez acabada la guerra, y en realidad desde que entró en Europa, tuvo en su
mente acaparar todo el territorio que pudiese, con el fin de someter a esas
zonas posteriormente a una explotación comercial.
La historia de la llegada de Estados Unidos a Europa en la Segunda Guerra Mundial no fue una historia con un final feliz donde se hiciera justicia.
La historia fue peor. Después de la guerra más que ser perseguidos por ayudar y abastecer al enemigo, ITT, obtuvo 27 millones de dólares del gobierno americano por los daños infligidos en sus plantas alemanas por las bombas aliadas. Y General Motors recibió otros 33 millones por daños. Ford y otras compañías recibieron sumas considerables.
Enfrentándose a diversos litigios entre 1999 y 2000 un número creciente de empresas admitieron haber utilizado y haberse beneficiado de los trabajadores gratuitos suministrados por los nazis desde los campos de concentración. Pero ningún director de empresa americano [estadounidense] fue perseguido por su complicidad con los crímenes de guerra.5
Quienes digan, para excusar estas tropelías, que sino venía el comunismo, bien se les puede responder que un comunista con más razones les diría que sino venía el capitalismo, que, por cierto, bastantes más crímenes que el comunismo ha cometido y comete. Quien se escude en tan bajos y falsos argumentos demuestra su nula comprensión de los hechos y su poco valor moral, porque estas excusas siempre se han usado en la historia, para matar judíos, vietnamitas, nativos norteamericanos o eslavos, por poner solo unos ejemplos; y para engañar y expoliar a sus propios vecinos y paisanos.
Esta terrible historia de las grandes compañías económicas europeas y estadounidenses no es apenas conocida en el mundo occidental y estas mismas empresas, no por casualidad, están conduciendo a una buena parte de todos estos países a la pobreza y a continuas guerras: Yugoslavia, Irán (guerra Irán-Irak), Irak, R.D. Congo, Libia, Siria...
Podremos decir esta conocida frase tan habitualmente olvidada: se puede engañar a algunos todo el tiempo, incluso a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
De Mikel Itulain. Justificando la guerra.
Notas:
(1) Carlo Falconi. El silencio de Pio XII. Plaza & Janes,
1970.
(2) Jacques Pauwels. El mito de la Guerra Buena.
Hiru, 2002
(3) Antony C. Sutton. Wall Street and the
Rise of Hitler. Chapter two. Julio 1976.
(4) Ben Aris & Duncan Campbell. How Bush´s Grandfather, helped Hitler´s rise to power. The
Guardian, 25 September 2004.
(5) Michael Parenti. Más
patriotas que nadie. HIRU. 2004. p 118-119.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices aquí. Sin ser una experta siempre he pensado que USA se convirtió en lider del mundo gracias a las dos Guerras Mundiales. Ésto es tan evidente que hasta un ciego lo ve.
ResponderEliminarNo me extrañaria nada que intentará la tercera,otra vez en terreno europeo por supuesto, con el complot de políticos europeos, siempre pensando en el gran negocio que estos inmorales hacen de la guerra.
Un abrazo.
Hola Ohma. El desconocimiento que tenemos de lo que ha ocurrido y ocurre en la política mundial es un verdadero drama, porque tarde o temprano supondrá volver a hacer los mismos disparates que hicieron o sufrieron nuestros propios padres o abuelos.
ResponderEliminarUn saludo,
Mikel.
Negocios casi todos ligados a la familia Rothschild, amante de todas las guerras por la ganancia de dinero, poder, e impunidad por sus extensiones a la propaganda, sin embargo, sin defender a Hitler, se que se hizo un peritaje en campos de concentración y no se halló, ni restos del gas ciclón b, que pints las paredes de un como azul y en Auschwitz no dejaron tomar siquiera muestras, y en 1973 EUA libero fotografías que tomaron para bombardear Alemania y en estas los revisionistas demostraron a los historiadores que; no existía en los lugares donde dicen que gaseaban judíos, la hermeticidad Necesaria, toberas por donde introducir las pastillas, y el único lugar donde se halló ciclón b, fue en un cuartito pequeño donde depositaban la ropa que le quitaban a los presos y la despiojaban con el gas, para evitar el tifus.
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