sábado, 27 de diciembre de 2025

El ataque a Venezuela

 

La oposición venezolana vendiendo su país 


Comentaba hace ya unas fechas, que La enraizada pobreza, el desprecio a las personas y el futuro sin esperanza que ofrecía el mundo de la política y de la empresa a la mayoría del pueblo venezolano, hizo que éste apoyase, empujase y quisiese a un valeroso y carismático militar con talento para la política. Esa persona era Hugo Chávez. Ahora dice la gente, de acuerdo a lo que les han dicho los medios de comunicación, que Maduro, Nicolás Maduro el actual presidente de Venezuela, no ha seguido los pasos de Chávez, que no continuó su legado y lleva Venezuela al desastre. Sin embargo, si esa gente tuviese memoria, recordaría la llegada del chavismo y cómo se desató una enorme y virulenta campaña contra su predecesor. De todavía mayor calado que las presentes. Chávez era un formidable enemigo de acuerdo a los mismos papeles destapados de los servicios secretos estadounidenses. De hecho, tal fue la magnitud e intensidad de esta campaña demonizadora que personas siempre alejadas del mundo de la política y por supuesto de la realidad e historia de Venezuela, comenzaban a repetir, creyendo como propios, estos discursos tan maniqueos como infantiles. Se puede ver con total claridad y demoledora evidencia en un certero documental Cuarto Poder sobre Venezuela del colectivo Tres y un perro. No dejando en muy buen lugar el grado de consciencia y el grado exagerado de manipulación a la que estaba sometida la población occidental, en este caso la población española.


Cuando Chávez vio venir el fin de sus días, casi con toda seguridad provocado por sus acérrimos enemigos, nombró a su sucesor para continuar con el legado de la revolución bolivariana, que consistía fundamentalmente en que la mayoría de la población olvidada de Venezuela viviese con un mínimo de dignidad y participase en la vida política del país, algo que antes de 1998 no había ocurrido, además y fundamentalmente de regir y destinar los recursos de la nación para sus ciudadanos y no entregarlos a otros ajenos a ella. Tal legado continuó hasta el día de hoy, irritando a un enraizado clasismo con abierta predisposición colonial. Con un país entregado a los intereses de élites propias al servicio de élites extranjeras. Un método tradicional de "gobernar" en Iberoamérica y en el resto del mundo.

Ahora están en pleno acoso, tanto militar, con toda una flota desplegada frente a las costas venezolanas,  como económico, no sólo con bloqueo sino con el robo descarado de buques petroleros. Es el comportamiento de un mundo llamado civilizado pero que en modo alguno lo es.

La estrategia de desligitimación del presidente venezolano no es nueva, aunque suene como tal a la ignorante masa ciudadana que nos rodea. La predijo el propio Hugo Chávez, basándose en la misma historia de la América sometida por los Estados Unidos. La fórmula Noriega, acusando al presidente de ser un narcotraficante, ante lo cual todo ya valía, incluida su muerte.


En esas estamos y se volvería a repetir la historia si no se hubiesen tomado las medidas preventivas necesarias. Porque los desconocedores de la historia ya saben que están condenados a repetirla.

Con una población venezolana consciente y armada las cosas no pintan nada bien para Washington. Y con dos poderosos aliados, Rusia y China, que ya parece que van a pasar de las palabras a los hechos, de la indecisión a la decisión, no debería poder provocarse el derrocamiento del gobierno bolivariano y la llegada de un régimen clasista, tiránico y colonial. Hay mucho en juego para todos y esta vez no debe inclinarse la balanza hacia el mismo lado de la desigualdad, la pobreza y la desesperanza para una mayoría.


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