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lunes, 1 de enero de 2018

Algunas reflexiones sobre el año 2017. Parte II.



Este año que ya ha finalizado también marca la derrota del ataque despiadado, injusto y vil al que ha sido sometida Siria desde el 2011 por parte de las hordas de mercenarios terroristas entrenadas, armadas y financiadas para hacer el mal por los servicios de inteligencia occidentales y sus socios locales: Arabia Saudí, Catar, Israel, Turquía o Jordania durante años. Como durante muchos años, nos remontamos a la decada de 1950 del pasado siglo, llevaban los dirigentes políticos y económicos de Estados Unidos o Gran Bretaña intentando someter mediante la fuerza y el engaño a esta nación tan indómita y libre.
Pese a todo, muchos imberbes, desalmados y oportunistas tergiversarán, mentirán u ocultarán la terrible realidad que han sufrido los sirios y sirias: Una agresión mercenaria exterior y no una rebelión popular ni pacífica.
Con este buen fin de un mal comienzo, muy poco comprendido en nuestras sociedades debido a la persistente acción desinformadora e intoxicadora de los medios de comunicación, vemos que la llamada izquierda política aquí presente no cumple con su función teórica de poner en práctica, no de parlotear sobre el asunto sin llegar a ninguna parte, un mundo más justo y equilibrado no solo en su país, sino en cualquier otro. Así, en su desconocimiento interesado, apoda como fascismo todo lo que choca con sus intereses, sin querer ver qué es realmente el fascismo y por qué surgio; desde luego ante gente mucho más honesta y seria que la que tenemos ahora. Por supuesto, no caía bien en estos actores de la política ciertos justificados reproches a su penosa conducta y criterio
Y lo que es más doloroso para la izquierda y puede que por ese motivo esté levantando fantasmas haya donde no los hay, esta, la izquierda occidental, no supone ningún rival ni ninguna amenaza para la oligarquía industrial y financiera. Carecen de coherencia. Su discurso está vacío y terriblemente falto de hechos. No son ejemplo de nada, porque nada realmente aportan. No mejoran la situación de pobreza, no ayudan a salir de su precariedad a los marginados. No muestran con hechos que se puede colectivizar los recursos del país. No se atreven a hacerlo. Hablan todo el día pero no hacen nada. Por eso no tienen credibilidad y por eso, como hacen organizaciones de postureo y ruido como Podemos, recurren a eso mismo, a los fuegos de artificio cuando no hay chispa verdadera alguna.Eso sí, como perro del hortelano que no come ni deja comer, muchos pondrán todas las trabas que puedan allí donde la izquierda sí hace algo real y material por la gente, como ocurre en Venezuela.
Tampoco  nos pillaría por sorpresa la actitud de la izquierda española ante la cruel y disparatada represión  de las fuerzas de seguridad españolas sobre la población catalana que quería ejercer su derecho a decidir su futuro político y formar una República para su país. Ya lo advertía entonces: Verán, lo pueden ver ya, como buena parte de la izquierda española sale a hacer el trabajo sucio de defensa de su inconfesado pero profundo e innegable nacionalismo español. No son capaces de hacer nada por su país y piden que otros se queden en esa penuria.
Es fácil denunciar conflictos lejanos donde sabes que lo que haces no va a suponer ningún contratiempo para ti y que no va a cambiar nada. Es más complicado cuando esto puede tener repercusiones y especialmente si ocurre aquí. Es aleccionador ver el comportamiento de esa izquierda, la oficial y la "alternativa", ante la persecución política en Cataluña y como se comportan con el gobierno que seguramente más se preocupa por el bienestar social en el mundo, el de Nicolás Maduro.
Si son algo integros y coherentes comprenderán por qué está el ejecutivo que está en España, basta ver lo que hay a su siniestra.

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