Rafael Narbona escribÃa el 3 de julio de 2012 un manifiesto titulado: por qué odio a este puto paÃs (manifiesto antiespañol). Suena un poco duro el tÃtulo, pero el contenido del mismo es interesante e importante.
Si bien España no es el único paÃs que lo hace, vuelve a poner el dedo en la llaga en las corridas de toros, "espéctaculo" donde se tortura públicamente a un ser vivo, el toro.
Odio a este puto paÃs porque sus pueblos aún martirizan a los animales,
alegando que taladrar la piel de un toro con un estoque o lanzar a una
cabra desde un campanario es arte y no tortura.
¿Cuándo tendrá fin esta barbaridad?, que repito, no solo es exclusiva de España, pero que aquà goza hasta del grado de reconocimiento como de cultura. Tal vez sea el la lado negativo de la cultura, el de la barbarie.
Rafael Narbona no elude un problema crÃtico que quiebra toda la viabilidad presente de España. Viabilidad moral e incluso legal. La eliminación de un gobierno democrático y la matanza de todos aquellos que perseguÃan un paÃs más abierto y especialmente más justo. Porque no se nos olvide, la llamada Guerra Civil fue en realidad una verdadera lucha de clases. Las clases privilegiadas arremetieron contra un gobierno que no era de su agrado y contra aquellos que desafiaron su tradicional dominio y "autoridad".
Odio a este puto paÃs porque presume de unos huevos de oro, pese a su
cobardÃa con las incontables vÃctimas de la rebelión de los generales en
1936. España es un gran cementerio bajo la luna, una gigantesca fosa
clandestina donde aún se amontonan los restos de maestros, poetas,
obreros, campesinos, socialistas, anarquistas y comunistas, asesinados
por luchar contra terratenientes, señoritos, banqueros, curas y
militares. Nada augura que esos restos hallarán una digna sepultura o
que el espeluznante mausoleo de Cuelgamuros será dinamitado, corriendo
la misma suerte que los edificios y monumentos de la Alemania nazi y la
Italia fascista.
Tras la matanza y la dictadura que le siguió se impuso otra vez la monarquÃa
Odio a este puto paÃs porque es un Reino y no una República, con un
idiota coronado que extermina elefantes, confraterniza con dictadores,
colecciona Ferraris en mitad de una pavorosa crisis económica y rivaliza
con su tatarabuela Isabel II en promiscuidad, molicie, avaricia,
oportunismo, populismo, estulticia y arribismo.
Que ahora parece que buena parte de los españoles se dan cuenta que no era buena para ellos. Después de años de pagarles gastos y bodas y de considerarlos un ejemplo a admirar. Y digo yo, ¿ejemplo de qué?, ¿de no dar palo al agua?, ¿de vivir de forma poco decorosa y sin ninguna vergüenza cuando motivos habÃa para tenerla?
Y, ¿de la bandera? Alguien me dijo una vez que en Pamplona habÃa problemas para exponer la bandera española, a lo que yo respondÃ, que no, que el problema no era ese, porque de hecho la bandera española, la bandera legal española, la de la Segunda República, no ha tenido nunca ningún problema para mostrarse, de hecho ahà está: en locales, balcones o donde usted quiera.
Odio a este puto paÃs porque su unidad se ha construido sobre
invasiones, matanzas y expolios. Odio a este puto paÃs porque se
identifica con la bandera de los Borbones y no con la enseña tricolor de
la Segunda República. El rojo y gualda es una herencia (otra más) del
franquismo, una dictadura tan sangrienta como ridÃcula,...
De como han tratado en España, los que dirigen España, a su mejor gente, podrÃamos hablar largo y tendido, y de hecho este tema muestra el por qué este paÃs no funciona. Si a los mismos españoles no les dejan ser ellos mismos, ¿cómo van a pedirle a un vasco o a un catalán que no se identifica para nada con esta cultura, con esta forma de ordenamiento social, que quiera ser español, que acepte ser español?
Odio a este puto paÃs porque algunos de sus grandes escritores han
muerto en el exilio, la cárcel o asesinados por españolistas furibundos.
Las imágenes de un Antonio Machado enfermo y prematuramente envejecido
agonizando en una modesta pensión de Colliure o de Miguel Hernández
entregado a la Guardia Civil por la policÃa del infame Salazar siempre
nos recordarán la esencia de un paÃs que ha maltratado a sus poetas y
nunca ha tolerado a sus disidentes. Ser heterodoxo en España significa
vivir con un pie en la horca. El asesinato de GarcÃa Lorca refleja ese
odio atávico que siempre ha caracterizado a un paÃs áspero y huraño.
Por tanto, la elección ante este cúmulo de desvarÃos no podÃa ser otra
He nacido en este puto paÃs, pero preferirÃa ser un piel roja o un extraterrestre perdido en el espacio.
El de Narbona no es un texto de tópicos, como muchos gustarán de decir eludiendo las realidades ya inesquivables y dramáticas que se ciernen sobre los españoles. Es, por el contrario, en su fondo un escrito sobre precisamente eso, el fondo moral y racional inexistente de un paÃs, un paÃs que languidece y que da bandazos, sin rumbo fijo, sin un proyecto propio, sin ningún objetivo de progreso o desarrollo real para su propia gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puede poner aquà sus opiniones, siempre con respeto y con ánimo de enriquecer y fomentar el debate.
Las personas que participen deberán identificarse con el fin de que asistamos a un debate e intercambio de opiniones en condición de igualdad.
Gracias-Mila esker-Thank you.