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domingo, 10 de febrero de 2013

Maquiavelo: lecciones de la historia. Parte I: La monarquía española.

En la foto los que no tienen opciones de trono quedan detrás

Giuliano Procacci, en su introducción a El Príncipe de Maquiavelo,(1) comenta que este clásico es <<uno de los libros más desconocidos y malentendidos de la  historia de la  literatura mundial>>. A Giuliano Procacci no le falta bastante razón. Vamos a ver algunos de los aspectos y enseñanzas que nos puede traer la lectura de esta afamada obra.
Dice Maquiavelo que <<en los estados hereditarios que están acostumbrados al linaje de su príncipe, se encuentran menos dificultades para conservarlos que en los nuevos, porque  basta simplemente con no transgredir la ordenación establecida por los predecesores y con enfrentarse a los imprevistos sin precipitación>>.(1) La costumbre crea hábito y los seres humanos bien que nos mantenemos en los hábitos. La serenidad y la sabiduría en la toma de las decisiones también constituye una buena y necesaria virtud. Es decir, un sistema social con estas características tenderá a mantenerse más o menos en el tiempo si no surge otro poder mayor que se lo arrebate y que sea capaz de arraigar en la sociedad. No obstante, un gobernante, un príncipe, un rey, puede dejar de ser tolerado si <<se hace odioso por la desmesura de sus vicios>> Bien, podemos ver dos ejemplos de esto en la época actual, en pleno siglo XXI, incluso con reyes. Comparemos el reinado en Inglaterra con el de España. Inglaterra con un linaje de larga tradición, que pese a ciertos altos y bajos se mantiene con cierta fuerza en la sociedad inglesa. En cambio en España, con mucha menos tradición, mucho más desigual y con un reciente pasado de violencia en la llegada de la monarquía,  hace que la situación de esta no sea en absoluto estable. Aún más, si esta monarquía se ha dejado llevar encima por la <<desmesura de los vicios>>, entonces su aprecio popular es mas bien bastante escaso. Todo ello pese a su gran corte de aduladores bien pagados, que hablan y escriben en los medios de comunicación.
La monarquía española ha pensado que todo valía, que todo se le toleraría, no dándose cuenta que todo, incluso para un rey, tiene su límite. Hasta ahora se han valido de la candidez, de la ingenuidad política de los españoles, pero ahora, ahora que los estómagos empiezan a conocer el hambre, ahora ya las cosas no son iguales. La tolerancia y despreocupación pasadas se han tornado en indignación e ira.
¿Habrá pan para el pueblo?, debería preguntarse el monarca, porque de otro modo posiblemente perderá su trono, y, como su abuelo, marchará, con dinero pero con la cabeza baja.

Notas:
(1) Nícolas Maquiavelo. El Prínicipe. Planeta-De agostini. 1995.

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