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jueves, 20 de noviembre de 2014

¿Cómo podemos ayudar a que el mundo sea algo mejor?



La verdadera ayuda humanitaria comienza respetando el modo de vivir y la soberanía e independencia, política y económica, de otras gentes y otros países. No dando limosnas después de destruir ese mismo lugar previamente.

No, no pretendo enseñarles cómo tienen que actuar para que este mundo sea un lugar un poco más habitable, más amable, más humano, menos raro, como dice la canción. * Creo que nadie tiene que decirle a nadie lo que tiene que hacer, aunque sí tal vez lo que no debe hacer cuando lo que hace perjudica a otros o incluso a él mismo.
Imaginen que alguien, por ejemplo de África, no importa el país o si es del sur, del centro o del norte de ese continente, viene a decirle a un europeo, y no digo ya a un estadounidense, que él le puede ayudar a usted y a su país a resolver sus problemas. Que le viene a mostrar cosas que está haciendo mal y puede enseñarle a hacerlas mejor o incluso bien. Lo normal es que el habitante europeo y el norteamericano mostrasen su incredulidad, es más, mostrasen su indignación, o incluso su desprecio, por tal supuesta ayuda. Pues, ¿cómo le va a enseñar a él o ella un africano sobre cómo hacer las cosas en su país? "No son capaces de solucionar sus problemas y vienen aquí a darnos lecciones",  "¿qué sabe sobre mi país?", serían  respuestas que oiríamos a menudo a este respecto.
Bien, veamos las cosas en sentido contrario, es el estadounidense o el europeo el que va a África a "enseñar", a "resolver" los problemas de los africanos, pues "ellos solos no pueden". ¿Nos hemos parado alguna vez a pensar en tal actitud?, actitud que no solo vemos como normal, sino como digna de elogio. 
Presten atención a lo que dice una mujer africana:
Yo pregunté a una joven blanca por qué estaba estudiando antropología social. Ella contestó que estaba esperando ir a Zimbabwe, y sentía que podía ayudar a las mujeres allí aconsejándoles cómo organizarse. Las mujeres africanas del público se quedaron boquiabiertas de asombro. Allí estaba alguien que apenas había pasado la infancia, que solo había comenzado la universidad y que nunca había luchado en una guerra en su vida [en África hay abundantes provocadas por el poder económico occidental, especialmente también en Zimbabwe, un país perseguido por mantenerse económicamente independiente respecto a occidente]. ¡Ella estaba planificando ir a África a enseñar a mujeres veteranas de una lucha de liberación sobre cómo organizarse! Este es el tipo de arrogante, sino actitud absurda, que encontramos repetidamente. Esto le hace pensar a una: mejor los antropólogos de sillón distantes que estas "hermanas". 1
La lección que muestra esta mujer africana es contundente, ¿cómo una niña va a enseñar a unas mujeres con larga experiencia sobre cómo organizarse en su propio país?, ¿qué sabe de su país?, ¿qué sabe de lo que realmente ha ocurrido y ocurre?, es más, ¿qué sabe realmente de la vida, no importa donde?
La chica tenía buenas intenciones y seguramente era una buena persona, pero esto no vale como excusa para seguir adelante y decir que sí, que mejor que haga eso que nada. Esto no es cierto. Porque por ignorancia se puede hacer precisamente lo contrario a lo que se pretende, en vez de ayudar se puede perjudicar, y mucho, a quienes con buena intención pero con poco conocimiento se pretendía echar una mano. Lo expresé ya en un artículo anterior sobre esas organizaciones "humanitarias":
Para llevar a cabo cualquier acción es necesario saber qué se está haciendo. Así, hoy tenemos mucha gente solidaria, pero resulta que toda esta gente de buenas intenciones no está haciendo cosas realmente buenas. En realidad, sin saberlo, está haciendo cosas realmente malas. Vean los cooperantes con las organizaciones "humanitarias", como Amnistía Internacional, HRW, MSF, etc. Pues estas organizaciones no están en verdad al servicio de la paz y de los derechos humanos, sino para ayudar a la agenda de las corporaciones económicas occidentales, que traen no la paz, sino la guerra, y no la justicia, sino la desigualdad y la explotación. Informémonos primero y luego actuémos, pues para hacer algo mal, en muchos casos mucho mal, es sencillamente mejor no haber hecho nada.
En vez de esta actitud, como la de tantas y tantos jóvenes y no jóvenes, ¿por qué no nos planteamos algo más congruente, más "fácil" y sí, claramente, más cercano y también más útil? ¿Por qué no ayudamos aquí?, ¿por qué irnos tan lejos si tal vez los problemas sean aquí mayores?, o incluso, y esto no es una falacia, si los problemas de allí tienen el origen, la causa, aquí. Pues si no hubiese colonialismo seguramente muchos de los problemas que pretendemos resolver allí no existirían, porque precisamente no los habríamos generado nosotros mismos.
Frustrados con lo que perciben con su incapacidad para cambiar las políticas de su propia nación, algunos sienten que pueden hacer más que un impacto en una nación diferente (Mathers, 2010, p.169). Sin embargo, eso supone que otras sociedades son menos complejas, más fáciles de cambiar e incluso receptivas a extranjeros que traen cambios para ellas. Si uno siente que África está oprimida, entonces, ¿por qué asume que es a África donde uno debe ir, en vez de trabajar en casa para cambiar las políticas del país propio, por ejemplo, apoyando la condonación de las deudas, desafiando las injustas políticas comerciales y de ayudas, controlando a sus corporaciones o presionando para la desmilitarización de las relaciones exteriores de su propio país? Es importante no asumir que otros están simplemente esperando a un extranjero que venga y los dirija, como en una historia de Hollywood del habitual mesías blanco que es siempre el héroe de las historias de otras personas. 1
Creo que debemos aprender lo que no debemos hacer y tal vez lo que sí podemos hacer para hacer mejor este mundo. 
No miremos afuera buscando solucionar y resolver problemas cuando los mayores problemas los tenemos dentro de nuestra misma casa, y cuando estos, además, son muchas veces la causa de los problemas de otros.
La primera lección de la vida es la de la humildad, y mira que a los habitantes occidentales nos hace falta aprenderla.

Notas:
1. Cita de Ifi Amadiume. Maximiliam Forte. About those Good Intentions. 11.10.2014. Zero Anthropology.

*  "La lista de la compra". La cabra mecánica.

1 comentario:

  1. ● Opino que con la gente de Podemos pasa algo similar. No descarto que en su mayor parte sean gente que de corazón quieren solucionar la problemática política, pero no veo que tengan esa necesaria cabeza que, junto con un leonino corazón, nos posibilite realizar los cambios que necesitamos las mayorías sociales.
    ● Piensan que mediante la democracia burguesa se pueden realizar esos cambios que necesitamos las mayorías y la tierra misma, cosa que me parece propia de una juventud entusiasta, pero que carente de conciencia histórica no ve otra cosa que los males de la época y obvia la constante histórica que los genera (me refiero a la voluntad incondicional y sistemática de los católico-fascistas de oprimir con todos los medios a su alcance, que pasan por todo tipo de invenciones −religiosas, descalificadoras, etc.−, hasta los crímenes más horrendos). Por ello ni saben ni por tanto pueden preconizar los medios con los que poder hacer efectivos y menos aún duraderos los cambios para los que se postulan entre sí como responsables adalides.
    ● Coincido con los analistas políticos honestos de que tenemos en ciernes un nuevo PSOE, o si lo prefieren eurocomunismo, que ven la panacea en la democracia burguesa que les va a posibilitar implementar, sin tener que luchar, los anhelados cambios y así no tener que poner en riesgo las vidas por tener que enfrentarse contra la carne de cañón, diversos mamporreros del capital y/o armas modernas de que se sirven sistemáticamente los fascistas para mantenernos siervos (esclavos).
    ● Soñar dicen que no cuesta, pero yo preveo que sí que va a costar y mucho, porque al final vamos a tener que luchar y el tiempo perdido y daños generados entretanto a las gentes y el planeta, en su mayor parte serán ya irreversibles. Y eso se lo deberemos a esta nueva especie de culto a la juventud (que supone mente potente en cuerpo joven); cosa equiparable a cualquier culto religioso, por más tangibles que sean los nuevos elementos (para este caso entes: más bien semi-entes) de adoración.
    ● ¿Creéis que se pueda hacer algo para frenar ese mal y tratar de implementar los cambios que estimemos oportunos apelando, desde el realismo y la conciencia histórica, a lo que de estadistas pueda haber en las personas? ¿Habrá que azotarles las piernas en pro de que como grandes posaderas de la era tecnológica no vayan a eternizarse en la adoración por medios telemáticos de sus jóvenes ídolos y emprendan cuanto antes, con hechos contundentes (he-chos), la defensa de sus intereses, en pro de convertir en realidad su potencial de gente libre?

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