Siria: una nación unida y firme
Ustedes saben que un padre o madre responsable debe velar en primer lugar por sus hijos, por su bienestar, por su educación, por su buena integración social, por aprender a respetar y ser respetado por los demás, por tantas y tantas cosas que no tendría espacio de enumerar.
La tarea de un padre o una madre no es en absoluto fácil, es complicada. Se enfrenta a multitud de variables y de condiciones adversas, de las cuales las económicas no suelen ser menores. Requiere constante dedicación, enormes cantidades de tiempo tan necesarias como exigentes. Queda espacio para poco más.
De ahí que no podamos pedir y pensar que una familia pueda comprender muy a fondo temas tan mal tratados y desinformados en los medios dominantes de comunicación, como ocurre con los conflictos internacionales. Reciben una dosis diaria tan cargante como permanente de propaganda que va dirigida a sus emociones y ven niñ@s, como sus hij@s, que mueren cruelmente, que quedan huérfanos en el abandono y a merced de personas, por llamarlos de algún modo, que no tendrán reparo en aprovecharse de la situación. Se comprende que sientan empatía hacia ese llamamiento de supuesta solidaridad para acabar con tales desmanes, y odio o poco aprecio hacia esos denominados "regímenes" o "dictadores" que también supuestamente están causando esta situación.
Sin embargo y pese a tal relato, tan profundamente conmovedor como falso, aunque esto último no lo conozcan del todo, surgen las dudas en cualquier mente adulta, que tal sencilla versión de blanco y negro, de unos muy buenos y otros muy malos, no es posible en el mundo real.
Cómo no recordar el caso bastante cercano de aquel líder libio tan vilipendiado y linchado llamado Muamar al Gadafi. Cómo entender que tras su violento asesinato su país se derrumbase en una espiral de atropellos y barbarie. Entonces, ¿cómo justificar lo injustificable de los medios de comunicación?
Una persona, una persona con experiencia, no importa tanto su formación académica, percibe que hay cosas que no encajan, que entran en contradicción inevitable con el sentido común y los hechos. Aunque luego, por esa omnipresente presión social, ejercida y dirigida fundamentalmente por las clases sociales que dominan, much@s callen lo que realmente piensan o sienten. Por evitar más y mayores problemas, que bastantes tiene la vida ya. No obstante, esas personas sabias de la calle tampoco caerán y se dejarán engañar tan fácilmente por la marea generada de la animadversión y el odio hacia tal o cual país o gobierno, hacia tal o cual etnia o dirigente. Pues saben, porque lo han aprendido a base de los golpes que se reciben por pecar de ingenuidad, que si bien no es algo fácil y cómodo enfrentarse a los intereses de los privilegiados, tampoco se debe ser tan incauto y poco espabilado de hacerles el juego, porque la experiencia demuestra que esto se paga tanto o más caro que lo primero, el enfrentamiento. De ahí que quienes gobiernan y dirigen encuentren tantos problemas para convencer a una población de que hay que odiar o luchar contra otra. De ahí la persistente y machacona insistencia, de ahí el utilizar las emociones, para ocultar los fríos fines e intereses que se persiguen. De ahí que en el caso de la guerra en Siria, lo vivido recientemente en otros países, las continuas contradicciones, los cambios de opiniones, la resistencia soberbia y eterna que parece ofrecer el gobierno sirio y su pueblo, que perduran inamovibles mientras otros fantasmas caen, hagan dudar a much@s padres y madres que lo que se cuenta sobre Siria tenga algo que ver con lo allí sucedido.
La verdad, o la aproximación a ella, por muy escondida que esté, emerge. Molesta este o aquel país que no muestra sometimiento a los poderosos magnates que dirigen nuestra economía y sociedad. No quieren excepciones que puedan dar ejemplo, de que puede haber una vida y una nación donde no prime la explotación de unos seres por otros, donde tod@s puedan llevar una vida digna, donde tod@s y tod@s piensen más en cooperar que en destruirse un@s a otr@s.
De ahí que hayan invadido Siria con enormes y continuos batallones de asesinos a sueldo, para robar, matar y hundir a sus habitantes que se niegan con firmeza a capitular.
La realidad, por oculta y oculta que estuviese, emerge y emerge.